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Cuerpos al límite: espacios y experiencias de marginalidad

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adic<strong>al</strong>mente distintos. A esta fuerza mítica y pseudo-sagrada que anu<strong>al</strong>mente reinstaura el or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>l mercado, es entregado el ‘aseador <strong>de</strong>l súper’ en el feroz e inhumano ritu<strong>al</strong> <strong>de</strong>l ‘turno <strong>de</strong><br />

emergencia’ <strong>de</strong> fin <strong>de</strong> año: 24 horas <strong>de</strong> trabajo sin <strong>de</strong>scanso; 24 horas en que este empleado no<br />

cuenta ni siquiera con el tiempo indispensable para acce<strong>de</strong>r a un orin<strong>al</strong>; 24 horas en las que,<br />

como a Cristo en la cruz, a este mísero trabajador le “inva<strong>de</strong> una sed agónica que [le] habla<br />

ferozmente <strong>de</strong> la sed.” (73)<br />

Si recordamos los planteamientos <strong>de</strong> René Girard, quienes son inmolados en un sacrificio<br />

ritu<strong>al</strong> se caracterizan por su condición <strong>de</strong> “beings who are either outsi<strong>de</strong> or in the fringes of<br />

society […] exterior or margin<strong>al</strong> individu<strong>al</strong>s, incapable of establishing or sharing the soci<strong>al</strong><br />

bonds that link the rest of the inhabitants.” (12) En su condición <strong>de</strong> <strong>de</strong>spojo –que no <strong>de</strong> mártir– el<br />

‘aseador <strong>de</strong>l súper’ constituye por ello la víctima i<strong>de</strong><strong>al</strong> para ser entregado en el ritu<strong>al</strong> que se lleva<br />

a cabo el 31 <strong>de</strong> diciembre. Protagonista agónico, enfermo ‘labor<strong>al</strong>’ en estado termin<strong>al</strong>, carga y<br />

or<strong>de</strong>na merca<strong>de</strong>rías hora tras hora; y con ellas carga también su ira, su odio, su miseria. (72) Es<br />

éste el elegido <strong>de</strong> un f<strong>al</strong>so Dios mercantil que, “envuelto en una sofisticada y, a la vez, populista<br />

nomenclatura sintética…” (66) lo ha poseído y lo ha señ<strong>al</strong>ado, pocos días antes, en el<br />

espectáculo <strong>de</strong> la Navidad:<br />

El elegido <strong>de</strong> Dios. ¿Qué hice para merecerlo? ¿Qué <strong>de</strong>bo hacer para conservarlo? ¿Qué<br />

hago?, me pregunto (63) […] Pero ya se sabe que la bondad <strong>de</strong> Dios es paradójica porque<br />

es, especi<strong>al</strong>mente, vengativa. La necesaria venganza que ocasiona el amor. No me queda<br />

sino amar intensamente a este Dios y permitirle su venganza […] Qué importan los<br />

insultos si cu<strong>al</strong>quier cosa (¿quién podría negarlo?) que provenga <strong>de</strong> Dios es sagrada y<br />

perfecta. (66)<br />

Y este elegido <strong>de</strong> Dios es entregado el día 31 <strong>de</strong> diciembre a la ‘multitud enfebrecida’<br />

que se disputa la merca<strong>de</strong>ría: “como si fuera un guerrero capturado me empujan hasta el centro<br />

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