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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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J

amie se quedó muy impresionado al ver el botín que había conseguido Linda.

Tuvieron que hacer varios viajes desde su coche, cargados con voluminosas

bolsas de basura y bolsas de tela de supermercado.

—Sí que estabas bien aprovisionada —le dijo.

—Me gusta estar preparada para cualquier imprevisto.

—Pues no creo que haya mayor imprevisto que este.

Jamie se dio cuenta de que cojeaba un poco y le preguntó qué le había pasado.

Ella respondió que se había tropezado en los escalones de su casa y declinó su

ofrecimiento de echarle un vistazo.

Mientras Linda preparaba café, Jamie guardó las provisiones en los armarios.

Una de las bolsas de tela estaba llena de botellas de licores caros, y en otra solo

había botellines de Heincken. Linda preguntó cómo estaban las chicas.

—Ven. Te lo enseñaré.

Las dos muchachas estaban en su cuarto, sentadas tranquilamente en la cama,

sin hacer nada. A Jamie le resultaba desconcertante ver a dos adolescentes de

quince años, y más a aquellas dos, sin la cara pegada al móvil y sin cuchichear

entre ellas para tramar algo.

Al verlos entrar, no hicieron amago de retroceder. De hecho, Kyra sonrió un

poco.

—Cariño, ¿te acuerdas de mí? —le preguntó Linda, acercándose con paso

renqueante.

La maniobra de aproximación no le hizo mucha gracia a su hija, que gritó

«¡Ahhh!» y se arrimó a la pared.

Linda parecía desmoralizada.

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