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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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Mandy chilló un «¡No!». Después suplicó que no la mataran a ella. Oyó unas

voces masculinas que incitaban a K, sedientas de sangre.

K se plantó encima de ella con la pistola.

—Dime por qué coño no debería liquidarte, pedazo de zorra.

—¡Estoy trabajando en una cura! —gritó Mandy.

K bajó el brazo.

—¿Una cura para qué?

—Para el virus. Para la epidemia.

—¿Puedes curar a mi madre?

Mandy lo miró desde abajo, intentando poner en funcionamiento su

trastornado cerebro.

—Creo que sí. Creo que puedo curarla.

K la levantó tirándole del pelo, lo que le hizo gritar de dolor.

—Coge lo que necesites. Vienes con nosotros.

—Necesito encender la luz.

Encendió la lámpara y procuró no mirar a Rosenberg. No sabía cuánto le

quedaba de vida a ella, pero no quería tener esa imagen de él en la cabeza en sus

últimas horas. Llevó la lámpara al laboratorio y empezó a improvisar.

Desde su observatorio detrás del muro, los BoShaun vieron encenderse de nuevo

la luz de la ventana. Al oír los disparos, discutieron si debían salir corriendo.

Boris perdió la disputa.

—Mira, tío —dijo Boris—, lo más probable es que los NK estén limpiando

este sitio. ¿Podemos irnos ya?

—Espera —insistió Shaun—. Tenemos que ver en qué acaba esto. A lo mejor

le han pegado un tiro a K. No sabemos si se lo han pegado o no. Estaremos

muchísimo más seguros en nuestro garito si nos hemos librado de él. Tenemos

que saberlo, ¿vale?

Keisha se puso del lado de su amigo.

—Tenemos que saberlo, está claro.

—Dos contra uno, hermano —dijo Shaun.

Boris se agachó detrás del murete mascullando.

Mandy llenó una jeringuilla con una ampolla de suero estéril y le puso el tapón.

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