29.06.2021 Views

La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Jamie tenía la Glock de Linda metida por la cintura del pantalón, pero no

sabía qué hacer con ella. No iba a dejar solas a las chicas para entrar corriendo en

la casa. Sacó la pistola y gritó:

—¿Linda? ¿Estás bien? —Esperó y volvió a llamarla.

Al cabo de un minuto que se le hizo eterno, Linda apareció en la puerta.

—Estoy bien. Todo despejado. Tráete a las chicas. Y guárdate la pistola.

—¿Por qué has disparado?

Ella no contestó. Cerró la puerta tras ellos y sentó a las chicas en el salón, un

espacio bastante alegre a pesar del tiempo plomizo y la falta de iluminación.

Había un piano vertical, varios atriles, un estuche de violín sobre una mesa,

cuadros de Degas en las paredes y una abundante y colorida profusión de flores

de tela. Encima del piano había varias fotos enmarcadas. En la mayoría se veía a

dos hombres de unos treinta o cuarenta años. En una aparecían el día de su boda,

vestidos con trajes blancos a juego.

—Espérate aquí con ellas.

—Mira, Linda…

—No —lo interrumpió la inspectora—, espera aquí.

Volvió cargada con varias toallas a rayas que había sacado de un armario de la

planta baja y se apresuró a secar a las muchachas.

Luego hizo una señal a Jamie para que la acompañara a la cocina. Él la

siguió, invadido por un terrible presentimiento.

En el suelo había tanta sangre que parecía un matadero. Los dos hombres de

las fotografías habían sido liquidados de un tiro en la cabeza. Un par de cuchillos

de cocina yacían en medio del suelo encharcado.

—Ya viste que nadie respondió —explicó Linda atropelladamente—. Entré y

grité: «¡Policía! ¿Hay alguien?». Cuando aparecí en la cocina, ese de ahí se

abalanzó contra mí con un cuchillo. Lo esquivé y disparé. Luego el otro también

me atacó y volví a disparar.

Jamie había contenido el aliento desde el preciso instante en que había

entrado en la cocina. Ávido de aire, dejó que volviera a entrar por su nariz y le

llenara de nuevo los pulmones. No creía a Linda, pero sabía que no habría

ninguna investigación. No habría ningún técnico en la escena del crimen ni

ningún forense. Nadie sabría nunca si había huellas de Linda en los cuchillos.

¿Habría preguntado uno de ellos: «¿Quién diablos eres?»? ¿Habría dicho el otro:

«¡Fuera de nuestra casa!»? ¿Los habría ejecutado solo porque le había gustado su

coche? ¿También habría conseguido así el Suburban?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!