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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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de mi Delia. Viviréis todos en esta casa. Estaremos más apretados, pero nos las

apañaremos. Cocinarás para todos nosotros, limpiarás y harás la colada. Tan

simple como eso. Dime si entiendes lo que te estoy diciendo.

Ella se negó a responder.

—Sé que estás enfadada, y con razón. Sé que quieres volarme los sesos, y con

razón. Pero este es el trato, Gretchen. Voy a gobernar esta casa con mano de

hierro, una mano de proporciones bíblicas. Impartiré justicia de forma

fulminante e implacable. Al más mínimo intento de hacernos daño a mí o a mi

familia, aunque solo sea escupir en mi sopa, mi castigo recaerá no sobre ti, sino

sobre los tuyos. Lo único que sé hacer mejor que la mayoría es despiezar carne.

Una sola provocación, una sola amenaza, y tendrás que ver cómo descuartizo a

tus hijos. Y ahora vayamos arriba para que conozcas al clan Edison. Y no olvides

nunca que todos ellos son Edison, aunque no tengan la menor idea de quiénes

son.

Esa noche, mientras cenaban, se fue la luz.

Edison había picado un poco de carne fresca. Gretchen estaba arriba

atendiendo las necesidades de los Edison y los Mellon infectados, así que él se

encargó de preparar la cena, y cocinó el único plato que confiaba en poder servir:

macarrones con chile.

Antes había organizado la distribución de los enfermos, ya que no conseguía

ahuyentar de su mente la imagen de su hijo mayor montando a su madre. Los

hombres y los chicos estarían en un dormitorio con colchones esparcidos por el

suelo, y las mujeres y las chicas en otro, excepto Cassie Mellon, que Edison

entregó a Brittany como si fuera un cachorro o un gatito.

—Esta es Cassie —le dijo a su hija—. Tiene tu edad, y tal vez puedas

enseñarle algunos juegos.

—¿Puedo quedármela? —preguntó la niña.

—Claro, es para ti. Trátala con mimo y cuidado y se convertirá en tu amiga.

¿Vale?

Brittany fue corriendo al baño, volvió con un cepillo y se puso a peinar los

largos tirabuzones de Cassie. La pequeña de los Mellon parecía encantada.

Sonrió y de su boca escapó un placentero «Mmm…».

Joe preguntó a su padre si no le preocupaba que jugara con una niña

infectada.

—Si no lo ha pillado ya, no creo que lo pille. Lo mismo que nosotros. Así es

como yo lo veo.

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