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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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—Bueno, no soy adivino —había respondido—, pero pueden producirse

colapsos financieros de todo tipo, erupciones solares que inutilicen los

dispositivos electrónicos, enfermedades extrañas, invasiones extranjeras,

asteroides… Al final ocurrirá uno u otro.

A Edison le fastidiaba que ese imbécil hubiera tenido razón.

La noche antes del asalto, Edison se reunió con Joe y Mickey.

—¿Qué posibilidades hay de que Ed y su gente se hayan infectado? —les

preguntó.

—Yo diría que pocas —respondió Joe—. En cuanto tuvo noticias del virus,

debió de cerrar el lugar a cal y canto para que no entrara ni saliera nadie. He

pasado el tiempo suficiente con el capullo de Billy para saber lo que le ronda a su

padre por la cabeza.

—Estoy de acuerdo —dijo Mickey, dando un trago a su cerveza—. Yo a veces

iba por ahí con Davy Villa, y así es como piensa su viejo. Seguro que allá arriba

en la colina están más sanos que una manzana.

—Pues, si están sanos, serán muy peligrosos —comentó Joe.

—Bueno, no pasa nada —repuso Edison—. Tenemos un caballo de Troya.

La educación clásica de Mickey dejaba mucho que desear, así que no tenía ni

idea de lo que estaba hablando Edison.

—Ya sabes, tío —le explicó Joe—, nuestro caballo mide unos doce metros de

largo y consume más de cincuenta litros cada cien kilómetros.

—¿Eh? —soltó Mickey.

—Chaval, tú eres un poco cortito, ¿no? —le dijo Edison—. Estoy hablando

del autobús del pastor Snider.

Edison subió las escaleras iluminándose con la lámpara de queroseno. Tenía a

Gretchen Mellon encerrada en el dormitorio principal para evitar que se escapara

e intentara hacer cualquier jugarreta o algo peor. Cuando entró en el cuarto, la

mujer estaba sentada en uno de los colchones del suelo con una pequeña lámpara

de pilas a su lado. Tenía a Cassie en el regazo y, al verlo entrar, dejó de cepillar el

pelo de la pequeña y le dirigió una mirada llena de odio. Edison ya no dejaba que

Brittany durmiera con Cassie ni siquiera cuando él estaba en la habitación

porque, en cuestión de segundos, podía pasar cualquier cosa: a Cassie podía

entrarle hambre en mitad de la noche, o enfadarse por algo, y tal vez él no se

despertara a tiempo para detenerla. Brittany cogió un buen berrinche cuando

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