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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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Jamie cerró la puerta de Emma y rodeó el coche rápidamente sorteando el

cuerpo inerte de Bill. Kyra tenía clavado un trozo de ventanilla en la parte

superior del brazo derecho, del que salía un chorro de sangre. Aunque el vidrio

era de seguridad y tenía las esquinas redondeadas, la fuerza del impacto lo había

hundido en el músculo.

Le tocaba a él mantener la calma.

—Dame el cinturón de su gabardina —dijo Jamie.

Linda se agachó para cogerlo y se lo pasó. Jamie lo ató alrededor del brazo de

Kyra mientras le aseguraba que se pondría bien. La chica no entendía lo que le

decía, pero su tono parecía tranquilizarla.

Las manos de las niñas se encontraron y se agarraron con fuerza.

Jamie desvió su atención hacia Bill, al que dio la vuelta para tomarle el pulso

y subirle la camisa. No había orificio de salida.

—Ha muerto —dijo Jamie—. Él se ha llevado el balazo. Ha salvado a Kyra,

quizá a las dos.

Linda no estaba por la labor de cantar sus alabanzas.

—¿Qué pasa con el cristal? ¿Vas a sacárselo?

—Está muy metido, Linda. Prefiero dejarlo donde está. Ya no sangra tanto.

—¿Qué hacemos?

—Hay que llevarla a un hospital. El torniquete va bien un rato, pero hay que

revisar la herida. Podría haber un vaso sanguíneo desgarrado. Necesita puntos de

sutura.

Dejaron a Bill a un lado de la calzada y se alejaron a toda velocidad.

Jamie buscaba sin parar la siguiente salida, y cuando, unos diez kilómetros

más adelante, divisó la señal, le dio la impresión de que alguien velaba por ellos.

SALIDA 70 — DILLINGHAM/CLARKSON —

HOSPITAL REGIONAL DE CLARKSON

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