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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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—Cirujana.

—Muy práctico.

—Puede ser —dijo ella—. ¿No se olvida de algo?

—No lo creo.

—Veo que se apoya en ese paraguas.

—Ah, sí. Un tobillo roto.

—Vale, examinaré primero ese abdomen. ¿Quién es la mujer?

Jamie recapacitó unos instantes.

—Creo que ahora es la presidenta.

—¿De qué? —preguntó Connie.

—De Estados Unidos.

—No me diga.

Cole y Dyk enfocaron a Morningside con las linternas y Jamie observó a la

cirujana bajo la luz. Tenía treinta y muchos o cuarenta y pocos años, el pelo

moreno y la piel aceitunada, tersa sobre unos pómulos marcados. Su aspecto era

rollo Top Gun, con sus vaqueros ajustados y la chaqueta de cuero de aviadora, y

examinó a su paciente con la eficacia de una especialista en triaje. No era

demasiado delicada en sus maneras y Morningside chilló de dolor.

—Tiene una laceración en el bazo —anunció levantándose de un salto—.

Tengo que operar pero ya.

—¿Hay algún hospital cerca? —preguntó Jamie.

Connie soltó un bufido al oír la pregunta.

—Tendremos que conformarnos con mi mesa del comedor. Bajemos a las

camionetas. ¿Cómo se llama?

—Jamie Abbott.

—Connie Alexiadis. ¿De verdad es la presidenta?

—Uno de los fallecidos del helicóptero era el presidente. Ella era la sucesora,

de modo que sí.

—Entonces mejor nos ponemos en marcha.

La casa de Connie estaba a poco más de un kilómetro y medio del lugar del

aterrizaje forzoso. Jamie se enteraría más tarde de que estaban en el oeste de

Carolina del Norte, en un estrecho valle de las Montañas Humeantes. El aire

nocturno de finales de octubre rondaba temperaturas de congelación a causa de la

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