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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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En ese instante se acordó de Carrie. Vio que la puerta del lavabo estaba

cerrada. La doctora se encontraba allí dentro, sentada en el suelo junto al

inodoro, mirándolo como una criatura salvaje que se hubiera quedado atrapada

en el interior de una casa.

—Carrie, soy Jamie.

La mujer abrió la boca y profirió un chillido agudo y estremecedor.

—Vamos, deja que te ayude a levantarte. No voy a hacerte daño.

Se acercó a ella muy despacio, pero Carrie empezó a lanzar puñetazos al aire

con intención de apartarlo. Jamie consiguió agarrarla por un brazo y, cuando

trataba de ponerla en pie, ella le clavó los dientes en la mano.

Jamie se soltó y retrocedió hasta salir del lavabo.

Sobre la mesilla, junto a la cama, había una bandeja con comida. La cogió y la

deslizó por el suelo hacia Carrie.

—¿Tienes hambre?

Ella miró la comida, la olisqueó y se abalanzó sobre la bandeja como un perro

hambriento.

Jamie abandonó la zona de aislamiento, dejando la puerta abierta para que

Carrie pudiera salir, y fue a buscar vendas y Betadine para curarse la mano.

En cuanto llegó al pasillo, empezó a sonar una alarma estridente. Alguien

había abierto una de las salidas de emergencia que daban a las escaleras. Jamie

echó a correr hacia la que tenía más cerca. Al fondo del corredor vio a un grupo

de confinados que avanzaba en dirección al sonido ululante. Sus rostros

reflejaban un terror ausente. Entonces divisó a Margaret, la anciana diabética.

Caminaba renqueante hacia él, pero se la veía distinta al resto. También estaba

asustada, pero en su expresión había matices.

—Doctor Abbott, me alegro de verle. Parece que vayamos de cabeza al

infierno.

—¿Se encuentra bien?

—Yo sí, pero ellos no. Mírelos. Son como una manada de animales.

—Están enfermos. Se han infectado.

—¿Y por qué nosotros estamos bien?

—La verdad, no lo sé. ¿Ha podido ver si alguno de ellos ha escapado por las

escaleras?

La anciana negó despacio con la cabeza.

—Oh, no, no se ha escapado ninguno. Han sido cuatro de los normales,

como nosotros. Bill era uno de ellos. Él también se encontraba en la sala de

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