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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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L

a hacienda de Ed Villa se encontraba a unos ocho kilómetros de la granja

de los Edison. Su padre y su abuelo se habían dedicado al cultivo de trigo,

soja y tabaco, y el primero había querido que su hijo estudiara agricultura en la

universidad, pero Villa había ido a la estatal de Pennsylvania y había orientado su

carrera hacia temas empresariales. Nunca había tenido la menor intención de

mancharse las manos con la tierra. Cuando su padre cayó fulminado en medio de

un campo de soja un año antes de cumplir los cincuenta, Villa vendió parte de

sus tierras de cultivo y empezó a comprar empresas locales. Tenía cabeza para los

números y los negocios, y había labrado una fortuna —para los estándares de

Dillingham y Clarkson—, sobre todo gracias a una serie de consultorios de

urgencias —médicos en cubículos— en la parte occidental del estado.

El hombre era generoso a su manera, y cada vez que uno de sus hijos se

casaba, le construía una casa en sus tierras, de forma que la finca se había

convertido en una especie de pueblo pequeño.

Villa abominaba del sistema de gobierno y abogaba por la autosuficiencia. En

las reuniones de la iglesia siempre peroraba sobre la necesidad de protegerse a

uno mismo y a los suyos si el mundo se iba al garete.

—Cuando las cosas se ponen feas, tienes que arreglártelas por ti mismo —

decía—. El Gobierno no va ayudarte. Lo único que hacen los gobiernos es

chuparte la sangre.

Edison se acordaba de que, en una cena comunitaria, le había preguntado a

Villa:

—Dime, Ed, ¿a qué vienen todos esos preparativos para la supervivencia?

¿Qué tipo de desastres crees que van a ocurrir?

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