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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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El filete estaba delicioso, como comentó Jamie por cortesía.

—La mejor carne de Pennsylvania —dijo Edison—. El ganado es mío.

—¿Lo cría aquí? —preguntó Jamie.

—Tengo otra granja aquí cerca.

—Bueno, tiene usted una propiedad magnífica. Debe de ser un buen negocio.

—No nos quejamos.

Las chicas agarraron los trozos de carne con las manos y empezaron a

pegarles bocados. Linda se levantó para cortársela.

—Contaremos los cuchillos de carne después de la cena —avisó Joe.

Linda lo miró con cara de pocos amigos.

—No te olvides del que tendrás clavado en las costillas.

—¡Epa! —exclamó Joe con una risotada—. Eres toda una fiera.

Una vez más, Jamie quiso ejercer de pacificador y desplazar la conversación

hacia un terreno neutral.

—Edison es un apellido ilustre.

Su anfitrión habló con la boca llena de carne.

—No venimos de los Edison de las bombillas, sino de los Edison del

estiércol.

—¿Se ha contagiado alguien de su familia? —preguntó Jamie.

—Mi mujer Dalia, que está arriba, y mis dos hijos adolescentes. El mayor,

Brian, también pilló la enfermedad, pero ha fallecido.

—Lo siento.

Edison mandó a Joe al piso de arriba a por Gretchen, para preguntarle si

Brittany había despertado. La mujer arrastraba los pies, como si apenas pudiera

mantenerse despierta.

—¿Cómo está? —preguntó Edison.

—Tranquila.

—¿Sigue entrando sangre en la bolsa? —preguntó Jamie.

—Creo que sí.

—Subiré dentro de un momento —dijo Jamie.

—Gretchen ha estado enseñando a Dalia y a mis hijos a hablar otra vez.

Cuéntales cómo les va.

—Hacen progresos —contestó en un tono obediente de forma mecánica.

—¿Qué saben decir ya? —preguntó Edison.

—Los niños cuentan hasta diez.

—Eso es útil. ¿Y mi mujer?

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