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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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El chico estaba junto a un olmo enorme, paralizado por el haz luminoso.

—Seth, soy Joe. No tengas miedo. ¿Estás herido?

Seth echó a correr. Joe sabía que era muy rápido y que le costaría atraparlo,

pero su hermano tropezó con una raíz y cayó de bruces. Cuando Seth llegó junto

a él, se arrodilló y le puso una mano en el hombro. Al notarla, Seth soltó un

chillido espeluznante, se revolvió e intentó morderle.

—¡Maldita sea! ¿Qué haces? Estoy intentando ayudarte.

Seth hizo ademán de levantarse, pero Joe se lo impidió extendiendo un brazo.

El chico trató de zafarse lanzando furiosos manotazos.

—¡Vamos, Seth! Tenemos que volver con Brian.

Hubo un violento forcejeo. Joe trataba de reducir a su hermano a la vez que

evitaba que le golpeara en la cara o que le mordiera. Al final logró agarrarlo por

los hombros, fuera del alcance de sus mordiscos, y lo condujo de vuelta a la

camioneta. Una vez allí, lo tumbó en la parte trasera y lo sujetó con bridas para

impedir que saltara o se cayera. Luego aparcó su coche para que no se viera desde

la carretera, trasladó a Brian al asiento del copiloto, arrancó y regresaron a casa a

toda velocidad en la camioneta de su hermano.

La granja de los Edison estaba al final de un largo camino de tierra lleno de

baches. Joe avanzó con cuidado para que Seth no se zarandeara demasiado en la

parte trasera de la camioneta. La casa debería estar a oscuras a esas horas, pero

había luz en casi todas las ventanas. Cuando los faros iluminaron el porche

delantero, vio a su padre sentado en las escaleras con la pequeña Brittany. Joe

paró y se bajó, y estaba a punto de explicarles por qué Seth iba atado en la parte

de atrás de la camioneta cuando de pronto se detuvo. Su padre parecía angustiado

y su hermanita no paraba de llorar.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

Edison alzó la vista y le miró.

—Ahí dentro se ha desatado el infierno.

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