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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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—Es café solo. No sé cómo lo tomas.

—Así está bien.

Las chicas estaban sentadas en el suelo hombro con hombro. Tres pares de

ojos, incluidos los del perro, siguieron fijamente el movimiento de las galletas.

—He oído a través de la puerta que les estabas hablando. ¿Qué les decías?

—Le intentaba enseñar a Emma su nombre.

Kyra se puso en pie de un salto y le arrebató la bolsa de galletas a su madre.

Empezó a engullirlas, metiéndoselas en la boca de tres en tres, y cuando se le

cayó una al suelo, Emma se abalanzó sobre ella, adelantándose a Romulus por un

pelo.

Linda se sentó en la cama y se las quedó mirando.

—Están muertas de hambre. Les prepararé unos sándwiches. ¿Puedo usar la

cocina?

—No tienes ni que preguntar.

—Gracias. ¿Lo ha hecho?

—¿Ha hecho qué?

—Aprender su nombre.

—Acabábamos de empezar. Ya continuaré.

—¿Y podrá aprenderlo?

—Creo que sí.

Ya en la puerta, Linda le preguntó si podía intentar enseñarle su nombre

también a Kyra.

Cuando volvió con una bandeja de sándwiches, Emma y Kyra se le echaron

encima.

—¡No! —gritó Jamie, extendiendo una mano con la palma abierta.

Sobresaltadas, las chicas se pararon en seco.

Jamie cogió un sándwich y se lo dio a Kyra, que empezó a devorarlo. Emma

se puso nerviosa y se abalanzó sobre la bandeja.

—¡No! —insistió él, impidiéndole el paso con un brazo—. ¡Espera!

Emma empujó con fuerza e intentó morderle, pero él la agarró por los

hombros y la llevó de vuelta a la cama.

—¡Emma, siéntate! ¡Espera!

La chica lo miró con una mezcla de furia y desconcierto. Cuando consiguió

permanecer quieta unos segundos, él la recompensó con un sándwich, que ella

engulló con avidez.

—Buena chica.

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