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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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Indianápolis antes de que el generador de Mandy nos deje tirados. Según ella,

tiene combustible para dos semanas, y hoy es el noveno día desde que se fue la

luz. Tengo que recuperar a Emma y salir de aquí a toda hostia. Tú y Kyra podéis

venir o quedaros, me la suda. Pero si quieres que Kyra se cure, tienes que

ayudarme.

—No veo qué puedo hacer yo. Una sola persona.

—Consigues una pistola, se la pones en la cabeza y aprietas el gatillo.

—Joe siempre lo acompaña.

—Eres muy decidida. Esta clase de movidas son tu especialidad.

Linda se puso en pie y cogió la botella.

—Vale, Jamie, pero no le daré un no por respuesta. No quiero descartar la

posibilidad de un sí. De lo contrario, cuando esta niña esté bien, es muy posible

que te mate. Que pases una buena noche.

Las mañanas empezaban a ser frías de verdad, y la hierba amanecía espolvoreada

de escarcha. Linda intentaba mantener el calor bebiendo café de un vaso de

papel. Se encontraba en el granero de la milicia, observando cómo Joe y Mickey

cargaban soldados de aspecto soñoliento en los autobuses. Edison bajó por el

camino que llevaba a la casa, con su fusil favorito al hombro.

—¿Lista? —le preguntó.

—¿Vas a darme un arma, Blair?

—Cuando lleguemos allí. Pero hay truco: Mickey no viene. Si Joe y yo no

regresamos, Mickey le pegará un tiro a Kyra. Por si te tienta el fuego amigo

cuando estemos ahí fuera.

—Y yo que me creía parte del equipo Edison.

—Y lo eres, cielo. Lo que pasa es que estás en el filial. Pórtate bien hoy y

hablaremos de una promoción.

El cielo estaba veteado de nubes y el sol iba apareciendo y desapareciendo de

camino a Clarkson. Entraron en la ciudad por la carretera estatal principal desde

Dillingham. Edison viajaba en el primer autobús, el del pastor Snider, seguido

por Joe, que iba en el autocar escolar. Blair iba observando las casas de las afueras

de la ciudad y se detuvo delante de una bella vivienda gris de dos plantas.

—Empezaremos por aquí —le dijo a Linda.

—¿Sabes quién vive aquí? —preguntó ella.

—No conozco a nadie de la zona. La gente de Clarkson no viene a comprar

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