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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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medicamentos y vacunas esenciales. En el campus quedan unos pocos científicos

no infectados; lo que ellos hacen escapa a mi competencia. Mi trabajo es asegurar

que el combustible llega a los generadores clave para que esos científicos puedan

hacer su trabajo y mantener refrigeradas las reservas. También me ocupo de negar

la entrada a los ciudadanos que quieren lo que nosotros tenemos: electricidad y

comida. Estoy seguro de que ha visto a los bárbaros en las puertas. Se están

poniendo cada vez más agresivos. Hay un elemento armado que ha realizado una

serie de incursiones, para poner aprueba nuestro perímetro. Hemos rechazado

esas incursiones. Por el momento. Si cree que tiene una oportunidad de curar la

plaga, supongo que me la jugaré y le daré acceso a las instalaciones. ¿Adónde

necesita ir?

—Creo que la mejor opción sería el Centro de Investigación de Vacunas.

Walker contempló su mapa del complejo.

—Eso es el edificio 40. Bienvenido al NIH, doctor. Le asignaré un

acompañante, al menos durante un tiempo. Confiar pero verificar, ese es mi lema.

El acompañante era un cabo afroamericano llamado Deakins que enseguida

hizo buenas migas con las niñas porque les dedicó una simpática sonrisa y les

hizo un truco de magia con una moneda de dólar de plata. Después de pedirles

que subieran a su Humvee, le preguntó a Jamie de dónde era.

—De Boston, pero ahora mismo venimos de Indianápolis.

—Supongo que será una larga historia —dijo Deakins.

—Sí que lo es.

—Bueno, yo soy de Jacksonville —explicó el soldado—. No soporto ni pensar

lo que estará pasando.

—¿Tiene familia allí?

Deakins arrancó.

—Padres, hermanos, exmujer y dos hijos. La última vez que hablé con ellos

fue el día antes de que se fuera la luz en Florida. Ya hace semanas, y créame si le

digo que la preocupación no va a menos. Sé que mi madre pilló la enfermedad, y

también mis dos hermanas. Pero ahora… Joder, no tengo ni idea de lo que pasa.

Tiene suerte de llevar con usted a sus hijas. Eso es una bendición.

Jamie no lo sacó de su error acerca de Kyra. Suponía que, a esas alturas, ya era

como una hija suya.

—¿Le importa que le pregunte una cosa, cabo?

—Dispare.

—¿Qué le impide coger este Humvee y…?

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