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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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películas sobre el tema para saber cómo funcionaba la cosa. Juntabas a los

reclutas, los sargentos instructores los machacaban y quebrantaban su voluntad, y

luego los recomponían convirtiéndolos en una fuerza de combate cohesionada.

Solo que aquellos siete reclutas ya habían sido machacados. No sabían nada, no

se acordaban de nada.

—Cabezas huecas, como una página en blanco —murmuró para sí mismo,

frotándose las manos en la fría mañana.

El granero era el cobertizo más grande de la granja. Dentro de unos meses

los reclutas se helarían allí dentro, pero ya se preocuparían de eso más adelante.

De momento, era habitable.

El trabajo de Mickey de esa mañana consistía en ir suministrando la comida

y en plantarse ante la puerta con un rastrillo para asegurarse de que nadie salía

del granero. «Puedes magullarlos un poco —le había dicho Edison—, pero no los

dejes fuera de combate». De joven, Edison había tenido unos cuantos perros de

presa. Su régimen de adiestramiento se había basado en órdenes simples y

comida, mucha comida, y así fue como empezó.

—¡Muy bien, chicos, arriba esos culos! —gritó, golpeando un par de cacerolas

entre sí.

El pastor Snider, sus cinco hijos y el grandullón de Ryan Mellon, que habían

dormido sobre la paja, se levantaron a toda prisa y se taparon los oídos para

protegerlos del estruendo. Cuando el ruido cesó, el menor de los Snider se bajó la

bragueta y se puso a mear. Al verlo, los otros milicianos lo imitaron.

A Mickey y a Joe les dio un ataque de risa, pero Edison se quedó pensativo.

—Nadie les ha enseñado a hacer eso. Saben hacerlo y ya está. Habría que

tenerlo en cuenta.

—Mire eso, señor Edison —dijo Mickey—. Hasta saben guardársela.

—Me alegro por ti —repuso Edison—. Si no, habrías tenido que hacerlo tú.

Edison se subió a una bala de heno, proclamando su autoridad.

—Chicos, yo soy vuestro padre. Decid: «Padre».

Nadie dijo ni pío.

—Mickey, dame esa bolsa de pan. —Edison abrió la bolsa y sostuvo en alto

una rebanada—. Decid: «Padre. Pa… dre».

—Pa… dre —repitió uno de los Snider.

Edison le lanzó el pan, pero Ryan Mellon lo cazó al vuelo y se lo metió en la

boca. Edison se sacó un trozo de cuerda de tender del bolsillo, saltó de la bala de

heno y azotó varias veces a Ryan gritando: «¡No! ¡Chico malo!». El muchacho

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