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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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Entonces creyó oír un leve ruido y se sentó en una silla de la cocina.

—¿Sabes cómo me gusta comérmelas a mí? Primero hundo la cuchara en la

mantequilla de cacahuete, luego en la mermelada, y me la meto directamente en

la boca. Cuando hacía eso de pequeño, mi madre se enfadaba mucho y me

gritaba. Ahora ya soy mayor, pero todavía me acuerdo de lo furiosa que se ponía.

Volvió a oír el ruidito, se quitó la máscara verde y enfocó con la linterna.

—¿Tu mamá también se enfada cuando hundes la cuchara en la mantequilla

y la mermelada?

La puerta del armario de las escobas se abrió con un crujido y una niñita con

trenzas, tejanos y camiseta asomó la cabeza.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó él.

—Keisha.

—Qué nombre más chulo. ¿Cuántos años tienes?

—Casi ocho.

—¿Ah, sí? Pues yo te ponía unos ocho y medio. —Por lo visto, el comentario

le hizo mucha gracia a la pequeña—. Yo soy Shaun. ¿Dónde está tu mamá?

—Se fue.

—¿A la calle?

—Ajá.

—¿Y no ha vuelto?

—No.

—Bueno, aunque ya seas una niña mayor y todo eso, no deberías estar sola. Si

quieres, puedes venirte conmigo y con mi amigo Boris. ¿Te gustaría? Tenemos

montones de mermelada.

—Vale.

—Pero tienes que saber una cosa, Keisha. Boris es muy llorón. Si lo llamas

gordo, aunque la verdad es que está muy gordo, se echará a llorar.

—No lo llamaré gordo.

—Pues entonces vais a ser muy buenos amigos.

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