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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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La tercera planta estaba oscura como boca de lobo porque en el pasillo no

había luz natural. Jamie alumbraba con la linterna a medida que avanzaba, hasta

que encontró la sala 403. La puerta estaba cerrada.

—¡Mandy! —gritó una y otra vez aporreándola.

Emma y Kyra no tardaron en unírsele con un animado coro de «Mandys»

que les pareció divertidísimo.

En el aire flotaba un fuerte hedor a descomposición que inquietó todavía más

a Jamie. Se convenció de que lo más probable era que la peste procediera de las

ratas de laboratorio que habían abandonado a su suerte en la sala de animales.

Decidió que probaría todas las puertas de la planta, y del edificio entero, pero

al darse la vuelta vio que el círculo luminoso de su linterna lo enmarcaba.

Era su nombre, en grandes letras mayúsculas, en un papel doblado y clavado a

un tablón de corcho. Lo cogió y lo desdobló. Contenía un mapa dibujado a mano

con el mensaje más ilusionante que hubiera leído nunca:

Aquí es donde estoy. Ven a buscarme. Te quiere, Mandy.

Cinco minutos más tarde, el Volvo tomaba el camino de entrada de la

humilde casita a la que llevaba el mapa de Mandy.

Jamie hizo salir a las niñas, contuvo la respiración y llamó a la puerta.

Los visillos de las ventanas delanteras se separaron.

—No abras —dijo una voz masculina, pero la puerta se abrió de todas

formas.

—Soy Keisha —le dijo una niña alzando la vista—. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Jamie.

La niña entró en la casa corriendo y gritando.

—¡Mandy! ¡Mandy! ¡Ha venido! ¡Jamie ha venido!

Apareció un joven delgado que llevaba una sudadera con capucha.

—Me llamo Shaun —dijo—. No pensaba que fueras a aparecer.

—¿Dónde está Mandy? —preguntó Jamie.

—Ven, tío, por aquí.

Con Emma y Kyra pisándole los talones, Jamie siguió a Shaun hasta un

dormitorio en el que, bajo la luz menguante del día otoñal, la vio reclinada sobre

tres almohadas.

Mandy se volvió hacia él, demacrada, demasiado débil para articular una

sonrisa. Formó su nombre con la boca, pero no emitió el menor sonido.

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