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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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Justo antes de que la rampa se bifurcara, a un lado de la carretera, estaba el

coche rojo con la pegatina de Obama que les había adelantado poco antes. Tenía

todas las puertas y el maletero abiertos. Cerca de una de las ruedas traseras había

un cuerpo tendido sobre la hierba.

Todo ocurrió muy deprisa.

Jamie oyó a Linda gritar que se agacharan, y luego sintió la ráfaga de aire

cuando la ventanilla del copiloto se deslizó hacia abajo.

Vio aparecer dos hombres con pistolas de detrás del coche rojo.

Oyó las detonaciones ensordecedoras del fusil de Linda, los chillidos de las

chicas y el tintineo metálico de los casquillos rebotando contra el interior del

parabrisas.

Los asaltantes se pusieron a cubierto, pero cuando el coche de Jamie pasó

junto a ellos, oyó disparos de pistola y vio cómo la luna trasera estallaba en

añicos.

—¡No pares! —gritó Linda—. ¡Gira a la izquierda y sigue!

—¿Ellas están bien? —bramó Jamie.

Linda se giró hacia el asiento trasero y palpó con sus manos el cuerpo de las

chicas.

—No les han dado. Ni siquiera al maldito perro.

Jamie apretó el acelerador, pero al cabo de un kilómetro o así se encendió la

luz que indicaba que quedaba poca gasolina.

—Tengo que parar. Algo va mal.

—Gira aquí a la derecha —dijo Linda—, hacia el cementerio. Tenemos que

salir de la carretera por si nos han seguido.

Metió el coche en un bosquecillo junto al cementerio de Saint Stanislaus, y él

y Linda bajaron para inspeccionar los daños. Había un par de orificios de bala en

la puerta trasera y en el parachoques. Ella se arrastró bajo el chasis y vio que salía

gasolina del depósito por un agujero.

—El coche ha muerto —anunció.

—Mejor el coche que…

Jamie prefirió no acabar la frase.

—Hay varias casas por aquí cerca —comentó Linda—. Quédate aquí con

ellas mientras trato de conseguir otro vehículo. —Se ajustó la correa del fusil y

sacó su pistola reglamentaria—. Toma esto y métete en el coche. Ya sabes cómo

usarla.

Tan solo apunta y aprieta el gatillo. Si oigo un disparo, vendré corriendo.

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