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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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Un suceso ocurrido dos días atrás había pasado inadvertido, ya que a simple

vista había sido algo inocuo y trivial. Craig Mellon, uno de los hijos del alcalde,

había acudido a la granja para llevarse tres paquetes de unos veinte kilos de carne

de vacuno Angus. A raíz del incidente ocurrido la primavera anterior, el alcalde y

muchos otros habitantes del pueblo habían jurado no volver a comprarle nunca

más a Edison, pero la esposa de Craig pensaba que este tenía la mejor carne de la

raza Angus y obligó a su marido a ir a la granja. «No se lo digas a tu padre y ya

está», le había dicho ella. Antes de lo sucedido en primavera, la mayoría de los

lugareños le compraban a él. Todos coincidían en que su carne era la mejor de la

zona. Su ganado se alimentaba a base de grano, no usaba hormonas ni

antibióticos —o al menos eso decía— y aseguraba que su carne se maduraba en

seco durante veintiún días (aunque lo cierto es que el proceso duraba como

mucho catorce). Pese a todo esto, a raíz del infausto incidente, el negocio de

Edison había caído en picado.

Craig Mellon, que trabajaba en el banco de su padre como gerente adjunto,

acababa de regresar de un seminario financiero en Pittsburgh y notaba que estaba

incubando algo. Mientras cargaba la carne en la camioneta, tosió varias veces en

la cara de Joe y Brian Edison, los dos hijos mayores de Blair, de veinte y

veinticuatro años. Blair Edison le vio hacerlo, pero como la transacción ya estaba

hecha y no quería seguir viéndole la cara de prepotente a Craig, se alejó

sacudiendo la cabeza ante aquella exhibición de malos modales.

Brian Edison había ido al instituto con Craig, y desde entonces no podían ni

verse. En aquella época, Craig había sido el quarterback del equipo y Brian el

suplente; Craig conducía un flamante Camaro rojo y Brian una camioneta

herrumbrosa; la casa de Craig tenía piscina y la de Brian un estanque fangoso

que compartía con el ganado. Craig había ido a la universidad y Brian se había

quedado en la granja.

—¡Por Dios, Craig, ten más cuidado! —gritó Brian secándose la cara con un

pañuelo mugriento.

—Perdona, tío. He estado de juerga estos últimos días. Debo de haber pillado

algo.

Joe Edison era más joven que Brian pero más agresivo, y siempre salía en

defensa de su hermano mayor.

—Seguramente la gonorrea.

—Eso es algo de lo que tú nunca tendrás que preocuparte —replicó Craig.

—Ya, claro, ¿y eso por qué?

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