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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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me vende el hombro. Lo más probable es que el doctor haya ido a por su hija.

Joe esperó a que su padre bajase y luego descendió a toda velocidad por la

colina.

Había dos casas cerca del granero grande. Jamie no sabía en cuál estaba Emma.

Aparcó la camioneta entre las dos y corrió hasta la más cercana al granero. No era

la que buscaba; era la que ocupaban Joe y Mickey. Cuando salió corriendo por la

puerta, vio el autobús aparcado junto a la otra casa y a Joe entrando en ella.

No pensó, se limitó a actuar.

Tenía el fusil de Linda, así que, mientras corría, disparó al aire para probarlo.

En la segunda casa había un recibidor con un salón a un lado, un comedor al

otro y una cocina enfrente. Jamie tardó apenas unos segundos en constatar que

no había nadie en la planta baja. Subió la escalera como una exhalación. La

puerta de uno de los dormitorios estaba abierta. Entró.

Había dos muchachas de pie junto a la puerta que le tapaban el resto de la

habitación. Supo al instante que estaban infectadas.

—¡Fuera! —les chilló.

Ellas no le entendieron, pero el grito bastó para que huyeran despavoridas.

Joe estaba de pie ante la puerta del baño con un brazo alrededor del cuello de

Emma y una pistola pegada a su sien.

—Soy papá, Emma —dijo Jamie—. No tengas miedo.

Gretchen sentó a Edison a la mesa de la cocina y le cortó la camisa con unas

tijeras. Sangraba por un orificio situado justo encima de su axila derecha.

—¿Tengo la bala dentro? —preguntó.

—Creo que ha salido por el otro lado —respondió Gretchen.

—Bien, pues limpia bien la herida y véndala. Duele que te cagas.

—Voy un momento arriba a por lo que necesito.

Cuando Gretchen volvió, a Edison le sorprendió ver que iba acompañada de

sus hijos, Seth y Benjamin, y de su esposa Delia. Estaban todos tiesos como

palos, con las manos a la espalda en ademán de paciente atención.

—¿Qué hacen estos aquí?

—Querían verte.

Edison esbozó una débil sonrisa y les dijo que les quería.

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