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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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ni idea de quién vivía en aquella casita blanca con revestimiento lateral de

aluminio. Shaun iba a llamar al timbre, pero su amigo le recordó que no había

electricidad y entonces aporreó la puerta. No hubo respuesta. Boris probó con el

pomo. Al final abrió de una patada.

La vieron al instante: la pequeña carcasa sanguinolenta.

—¡Hostia puta! —La máscara ahogó el grito de Boris.

Shaun dio un paso hacia atrás para ver mejor.

—¡Los muy cabrones se han comido al gato!

De repente, algo hizo que dieran un respingo y casi tropezaran entre ellos,

presas del terror.

Un viejo apareció por el pasillo y lanzó un grito espeluznante. Tenía la

camiseta impregnada de una sustancia rojiza y amarillenta.

Boris fue el primero en reaccionar. Blandió su machete y advirtió al hombre

que no se acercara más. El viejo clavó los ojos en el arma, retrocedió y salió

corriendo. Boris lo persiguió hasta la sala de estar, donde cerró la puerta y le gritó

que mejor que no se moviera de allí.

La cocina estaba en la parte de atrás. Allí encontraron algunas rebanadas de

pan, montones de latas de comida y leche agriada en la nevera ya caliente. Pero

también había un pack de doce latas de Coca-Cola Light. Shaun cogió una y la

abrió.

—No está fría, pero está buena —dijo con la máscara levantada—. ¿Por qué

se ha comido a su gato si tenía toda esta comida?

—Ha pillado el virus. El hijo de puta ni siquiera se acuerda de cómo se

prepara un sándwich de atún. ¿Has traído las bolsas?

—Pensaba que las traías tú.

—Joder, tío —soltó Boris.

Rebuscó debajo del fregadero, encontró algunas bolsas de basura y le pidió a

Shaun que las llenara mientras él echaba un vistazo por la casa.

No encontró gran cosa de valor. Cuando volvió a la cocina, cogió una de las

bolsas llenas y se dispuso a marcharse.

—¿Y qué pasa con el abuelo? —preguntó Shaun.

—¿Qué pasa con él?

—¿Vamos a dejar que se muera de hambre ahí dentro?

—Se lo merece por haberse comido a su gato.

—Pero si a ti ni siquiera te gustan los gatos —le recordó Shaun.

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