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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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beber y abrió la puerta de la nevera, por la que salió un chorro de aire fresco.

—Tienen electricidad —observó Linda.

—Hay un generador. Solo tenemos enchufados unos pocos

electrodomésticos. Sírvanse. Subiré del sótano el material médico.

Edison mantenía abierta la puerta de la caja fuerte porque no quería usar los

dedos putrefactos de Ed Villa. El muy cabrón era un tío organizado, eso había

que reconocerlo. En un estante con la etiqueta de Medicina, encontró varios

recipientes de plástico que subió a la cocina, donde las chicas bebían Coca-Cola

de lata. Joe había vuelto a la casa con Mickey, ambos con una pistola en el cinto.

Miraban boquiabiertos a las niñas desde el umbral de la cocina. Jamie notó que a

Linda no le hacían ni pizca de gracia, ni a él tampoco, pero lo único que podía

hacer la inspectora era clavarles su más severa mirada policial.

—¿Le sirve alguno de estos? —preguntó Edison a Jamie.

Uno de los recipientes era un pequeño maletín para emergencias, una

sustancial mejora, comparado con el clásico botiquín de primeros auxilios.

—Este es perfecto —contestó Jamie—. La mayoría de la gente no tiene algo

así en casa.

—Disponemos de un búnker bien equipado.

—Si tiene una luz potente, me gustaría ir empezando. No soy cirujano, pero

confío en poder curarla.

—¿Qué clase de médico es?

—Soy neurólogo.

Edison arqueó las cejas.

—Eso es un médico del cerebro, ¿no?

—Exacto.

—Entonces hay otra cosa, doctor. Le voy a hacer atender a mi hijita antes de

empezar con ese brazo.

Linda empezó a hablar, pero Jamie la cortó.

—Con mucho gusto me ocuparé de ella después de practicar esta

intervención. Como he dicho, lleva demasiado tiempo con el torniquete.

Edison adoptó un tono amenazador.

—No, señor. Atenderá primero a mi hija.

—Y una mierda —le espetó Linda en voz alta.

Edison sacó la pistola.

—¿Quiénes se creen que son? Son invitados en mi pueblo, y en mi casa. No

me levante la voz, joder.

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