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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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aislados. ¿Qué sentido tiene nada?

—Eres la presidenta, Gloria. Tú eres la esperanza. Tú misma le dijiste a

Oliver Perkins que su trabajo no carecía de sentido. ¿Lo recuerdas?

—Oliver está muerto. El Gobierno no existe. Él tenía razón. El cargo no

tiene sentido.

Compartiendo la comida o tumbados en la cama, de espaldas, Jamie y

Connie a menudo discutían sobre su otra manzana de la discordia: la huida.

Jamie quería intentarlo; Connie se oponía.

—Tengo que llegar a Maryland —insistía él.

—Esos hombres son unos asesinos. Si nos pillan, alguien recibirá un tiro. No

puedo correr ese riesgo.

—No creo que Rocky nos hiciera daño —señalaba Jamie—. A lo mejor

Roger tampoco.

—Tienen tanto miedo de Streeter como nosotros. A la hora de la verdad,

probablemente nos dispararían. Los otros, seguro. Y Streeter se muere de ganas

de tener una excusa.

—Podemos robar un coche —decía Jamie—. Sé dónde guarda las llaves

Holland. Esperamos hasta la medianoche. Estoy casi seguro de que los vigilantes

nocturnos no aguantan despiertos. Nos llevamos la puerta por delante y nos

largamos.

—¿Y qué pasa con Gloria?

—No creo que podamos sacarla de la casa. Tendría que quedarse.

—Muy bonito.

—Hay asuntos más importantes, Connie. La epidemia.

—Olvídalo. No pienso arriesgarme a que mi hijo salga herido o a dejarlo sin

madre. La respuesta es no.

—Entonces quédate. Me llevaré a Emma y a Kyra.

—¿Y dejarnos atrás a Dylan y a mí? ¿Sabes qué? Te has convertido en un

capullo integral, Jamie.

A pesar de la cólera y la frustración que le inspiraba su negativa, Jamie se

preguntaba si tal vez Connie tendría razón.

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