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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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cierto, Streeter es adicto a la metanfetamina, aunque probablemente eso también

lo sepan.

—No es así —protestó Holland—. Con el tiempo verán lo que pretendemos

hacer. Son personas inteligentes y al final lo entenderán.

—Lo que está diciendo es que, hasta que estemos cegados por la misma luz

que usted, somos sus prisioneros, con alambrada y matones armados incluidos —

saltó Connie—. Al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no?

Holland se volvió a sentar y sonrió con aire cansino.

—Yo prefiero verlo como una simbiosis. Ustedes nos proporcionan atención

médica y nosotros les damos alimento, cobijo y protección. Y ya he decidido que

pueden quedarse a sus hijos con ustedes, si eso es lo que quieren.

—Yo espero que cambien de opinión al respecto —señaló la señora Holland

—. Disfrutarían de la compañía del resto de los adolescentes. Nos encantaría

incluirlos en nuestras lecciones.

—Ni hablar —dijo Jamie.

Connie intervino, pero su versión incluía blasfemias ante las que los Holland

se mostraron muy incómodos.

—¿Y de mí qué es lo que quieren? —preguntó Morningside.

—Conversación estimulante, nada más —aseguró Holland—, y la emoción

de saber que alojamos a la presidenta.

Jamie estaba esperando el momento adecuado para revelar su particular

misión. Se la soltó a bocajarro.

—Escuchen los dos, necesito contarles algo muy importante. Antes de que

secuestrasen el helicóptero, nos dirigíamos a Fort Detrick, en Maryland. Yo era

investigador científico en Boston y había desarrollado una cura, una potencial

cura. Creo que funcionará. Creo que puedo invertir el proceso y permitir que la

gente recupere la memoria. En Detrick hay unos laboratorios del Gobierno que

cuentan con los materiales que necesito para elaborar una vacuna. Tengo que

llegar allí. No puedo quedarme atrapado en Carolina del Norte jugando a

médicos de campamento. Por la mañana haré un reconocimiento médico a su

gente y trataré a cuantos pueda. Después es preciso que nos dejen partir.

Necesitamos llegar a Maryland para prevenir un desastre mayor aún.

—Pero sin duda comprenderá que eso es lo último que deseamos que suceda

—dijo Holland, echando la silla hacia atrás—. Por darle un cariz bíblico a la

situación, podría aducirse que esta plaga es obra de un Dios descontento, un Dios

que desea purificar a la población de sus males, tal y como purificó a la población

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