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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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hacia arriba y otros tantos hacia un lado para apuntar a la masa central de

Streeter. Para cuando apretase el gatillo, Jeremy estaría muerto, y quizá él

también. La decisión llegó de forma automática. Se sentía como un observador

pasivo. El fusil pareció deslizarse solo por el suelo. Justo entonces, salió el sol. A

través del ventanal del salón lo vio destellar en la nieve recién caída y refulgir en

el lago.

Había imágenes finales mucho peores.

Streeter usó el fusil como una extensión de su brazo para apuntar a Jeremy.

—¿Qué ibas a hacer, chaval? ¿Disparar a alguien de tu propia sangre?

—Te pasa algo malo, tío Chuck.

—Lo único malo que me pasa es que soy demasiado práctico para este

mundo de mierda. Soy el único que actúa. Todos los demás lo único que hacen es

hablar, hablar y hablar. Yo soy el cabrón que hace las cosas. Estoy cansado de

hijos de puta inútiles.

—No sé de qué hablas —dijo Jeremy.

—Mírate a ti, por ejemplo. ¿Te acuerdas de la noche en que viniste llorando a

mi casa para contarme que mi hermano y tu madre habían perdido la chaveta con

el virus?

—Sí, me acuerdo.

—¿Y te acuerdas de que fui a tu casa a la mañana siguiente? ¿Y que cuando

volví te dije que los dos estaban muertos? ¿Porque habían dejado el gas

encendido? Monóxido de carbono, te dije.

—Sí.

—Bueno, muertos estaban. Los maté yo. Les ahorré el puto sufrimiento. Tú

no querías unos retrasados por padres. Yo me ocupé de solucionarlo. Me ocupé

de ti.

—¿Los mataste tú?

—¿Estás sordo, chaval? Te lo acabo de decir.

Al ver la expresión de odio del muchacho, Jamie supo lo que iba a hacer antes

de que lo hiciera. Salió disparado como un velocista en la línea de salida y lo

embistió.

Streeter apretó el gatillo. El disparo silenciado sonó engañosamente benigno.

Jeremy siguió avanzando, agarró a Streeter con las dos manos y lo tiró al

suelo. Si Jamie hubiese recogido el fusil, no habría podido disparar: lo único que

podía hacer era abalanzarse sobre los cuerpos enzarzados en la pelea.

Tres hombres forcejearon sobre los tablones del suelo. Jamie notó sabor a

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