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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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emergencias, agentes de las fuerzas del orden y de los cuerpos de bomberos para

que volváis a vuestros cuarteles y comisarías».

—Y eso por ti —replicó Jamie.

«Además —prosiguió el nuevo presidente—, también debo informaros de

que, hasta hace solo unos días, científicos de los Institutos Nacionales de Salud y

del Centro para el Control de Enfermedades trabajaban para encontrar una cura

para el virus. Lamentablemente, la enfermedad también ha causado estragos

entre la comunidad científica y sus familias. Por esta razón, hago un llamamiento

directo a todos los investigadores independientes que cuenten con experiencia en

cualquier campo relevante de la medicina y sigan teniendo acceso a sus

laboratorios. Por favor, llamad a este número del Departamento de Salud y

Servicios Humanos que aparece en la parte inferior de vuestras pantallas y dejad

un mensaje especificando la naturaleza de vuestro trabajo y vuestra información

de contacto».

—Eso va por mí —dijo Jamie, anotando el número.

El presidente levantó la vista de sus notas y miró directamente a la cámara

con unos ojos que solo podían describirse como de una profunda tristeza.

«Para finalizar, dejadme que os diga esto: no podemos esperar ayuda de otros

países. Me han confirmado que todo el planeta se encuentra en la misma

situación desesperada que nosotros. Así que debemos confiar en nuestro espíritu

indomable y…».

De repente, las luces se atenuaron durante unos segundos y luego se apagaron

por completo.

Tony Greco se había pasado todo el día solo en la central Criterion.

Ike Kelleher no se había presentado por la mañana y Greco tampoco había

podido localizarlo. Al mediodía, se estaba calentando un plato en el microondas

cuando de pronto empezó a encontrarse mal. Debía de ser un poco de cefalea

tensional, se dijo, y se tomó un par de aspirinas. También se convenció de que los

ataques de tos después de comer eran producto de un simple resfriado de pecho.

A última hora de la tarde, empezó a tener problemas para recordar los protocolos

de control del descenso de presión en el gasoducto que suministraba el gas a las

turbinas y las cámaras de combustión, algo que tenía totalmente por la mano.

Tuvo que recurrir a unas listas de comprobación que no había consultado en

años. Más o menos a la hora en que el nuevo presidente se dirigía a la nación, ya

había perdido la capacidad para entender esas listas.

Cuando la presión en el gasoducto alcanzó niveles críticos, las alarmas

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