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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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—Yo tengo en casa el Candyland y el Serpientes y Escaleras.

—¿Juegos de mesa antiguos? Me encanta todo ese rollo. Después de comer

iremos a buscarlos.

Shaun no lo había dicho por complacer a la niña. Esos juegos le interesaban de

verdad. Ya dentro de la casa de Keisha, encendió la linterna y no paró de lanzar

exclamaciones de asombro cada vez que la niña apilaba uno de sus juegos

favoritos: aparte de los que había mencionado, tenía un tablero de damas chinas,

el Sorry! y el Twister. Cuando acabaron, Shaun pensó que podían aprovechar el

viaje y llevarse la comida que quedaba en la casa antes de que lo hicieran otros

carroñeros. De modo que, mientras Keisha sostenía las bolsas de basura abiertas,

él iba metiendo cosas sin parar de hacer comentarios.

—Esto me gusta… Esto le gusta a Boris pero a mí no… Este es mi sabor

favorito de gelatina… ¿Cómo es que esta leche no está en la nevera?

—Mamá dice que no hace falta.

Cargados con las bolsas, se disponían a cruzar la calle cuando Shaun vio que

las luces de unos faros se acercaban tras doblar la esquina. Pidió a Keisha que

corriera tras él hasta unos arbustos y allí se agacharon. Dos coches pasaron por

delante. Shaun los reconoció al momento: un Range Rover y un Escalade. Los

coches de los NK.

—¿De qué nos escondemos? —preguntó la niña.

—De los chicos malos.

—¿Y nosotros somos los buenos?

—Pues claro, pequeñaja.

Boris estaba de los nervios. Llevaba tres cuartos de hora sentado en el sillón con

la máscara puesta, y se sentía acalorado y aburrido. No paraba de cruzar y

descruzar las piernas, haciendo chirriar los muelles al desplazar el peso de su

cuerpo. De vez en cuando soltaba un gruñido, pero los otros dos venga a girar

cartas y a mover fichas por el tablero del Candyland sin hacerle ni caso. Al final

Shaun captó el mensaje y le preguntó si quería jugar.

—Eso es para bebés —refunfuñó con la boca chica, aunque se levantó

rápidamente y se sentó con ellos en el suelo.

—Boris es un bebé grande y gordo —saltó Keisha.

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