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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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todo, estarás hasta arriba de trabajo, y además me acuerdo muy bien de tus años

en la escuela. Si no valías para estudiar, no digamos ya para enseñar.

Era una crítica hiriente y Edison lo sabía, pero no le importaba en lo más

mínimo herir la sensibilidad de su hijo. De sus dos vástagos mayores, Brian había

sido el cerebrito, el que podría haber ido a la universidad si hubiese querido.

—Ya, supongo que necesitaremos algo de ayuda por aquí —respondió Joe con

resentimiento.

—Seguramente, pero lo primero que hay que hacer es enterrar a tu hermano.

—Sabes que no tenías por qué haberle matado, ¿verdad?

—¿Y qué crees que debería haber hecho? ¿Cerrar la puerta y volver cuando

hubiera acabado de tirarse a tu madre?

Joe apuró la cerveza y dijo que iba a buscar la retroexcavadora para abrir una

tumba detrás del cobertizo de secado. Cuando acabó, llevaron a Brittany a la

cocina para que la pequeña no viera cómo arrastraban el cadáver ensangrentado

de Brian por las escaleras y lo cargaban en la camioneta. Después, a fin de

proteger a Delia, instalaron un cerrojo por fuera de la puerta del cuarto de Seth y

Benjamin y los encerraron dentro. Edison sospechaba que los dos eran lo

bastante mayores para intentar hacer lo que había hecho su hermano. Una vez

enterrado Brian y tras las torpes palabras del padre ante la tumba de su hijo,

regresaron a la casa y bebieron un montón de cerveza para embotarse. Luego se

quedaron amodorrados en la sala de estar con Brittany hasta bien entrada la

tarde.

Cuando se despertaron, el reloj digital del microondas de la cocina

parpadeaba.

—Debe de haberse ido la luz un rato —dijo Joe.

Edison preparó unos sándwiches de mermelada y mantequilla de cacahuete, y

Joe se los subió a los confinados.

—¿Han comido? —le preguntó su padre cuando bajó.

—Como si no hubiera un mañana.

Se oía el murmullo de la televisión en la sala de estar.

—En la tele dicen que la cosa va de mal en peor en todas partes. ¿Te acuerdas

de esos programas de preparacionistas que tanto os gustaban a Brian y a ti?

—Sí, solíamos verlos.

—¿Y cómo es que no hicisteis nada al respecto?

—Vete a la mierda, papá. Fuiste tú el que nos dijo que acumular comida y

municiones era una pérdida de tiempo y dinero.

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