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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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El chico lo repitió y cazó al vuelo la rebanada que le lanzaron.

—Conozco bien a ese tipo —soltó Joe—. Jacob tiene mucha fama.

—¿Fama de qué?

—De ser un cabrón hijo de puta. De andar siempre metido en broncas y

peleas. No está muy bien de la cabeza. Su padre le daba unas palizas tremendas.

Cuando se le escapaba la risa en la iglesia o decía algo fuera de tono, al volver a

casa el pastor le pegaba con la correa hasta sangrar. ¿No lo sabías?

—No presto atención a esas cosas —repuso Edison, pero su interés por Jacob

aumentó—. Dilo otra vez: «Hombre bueno».

—Hombre bueno —repitió el joven.

—¡Muy bien! —lo felicitó Edison, y le entregó otra rebanada de pan—. Y

ahora haz esto —le pidió, y volvió a abrazar a Joe.

Jacob, confuso, miró a Joe. Edison se le acercó muy despacio, lo tomó de la

mano con delicadeza y lo llevó junto a su hijo.

—Este es un hombre bueno. Rodéalo con tus brazos, así, y di: «Hombre

bueno».

—Hombre bueno —dijo Jacob, estrechando a Joe con fuerza entre sus

brazos.

—Por lo que más quieras, papá, no le pidas que me bese.

Edison se mostró muy satisfecho y recompensó a Jacob con dos rebanadas de

pan. Al cabo de nada, todos llamaban a Joe «Hombre bueno» y lo abrazaban.

—Y ahora la segunda parte —anunció Edison, y se plantó delante del pastor

Snider—. Este es un hombre malo. Esto es lo que le hacemos a un hombre malo.

Y propinó un fuerte puñetazo en el estómago del pastor, que soltó un aullido

de dolor y se echó a llorar.

—Nosotros pegamos al hombre malo. —Luego señaló a Jacob y, mientras

sostenía en alto una rebanada de pan, le dijo—: Ven aquí, chico. Él es un hombre

malo. ¿Qué le haces al hombre malo?

Jacob parecía muy confuso, pero cuando Edison le cerró la mano en un puño

y le hizo moverlo en el aire imitando un golpe de gancho, el joven se acercó a su

padre y le asestó un tremendo puñetazo en el vientre que lo dejó jadeando y

tosiendo.

—¡Muy bien, buen chico! —lo aplaudió Edison—. ¿Qué es él? —preguntó

señalando al pastor.

—Hombre malo —dijo Jacob, agarrando su rebanada.

La bolsa de pan no tardó en acabarse: los milicianos pasaron uno tras otro por

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