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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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estaban casi apagados. No iban a avivarse solos, de manera que salió de la cama

haciendo el menor ruido posible. A pesar de los calcetines gruesos, notaba el frío

de los tablones del suelo, de manera que se puso las botas.

Las puertas de los demás dormitorios estaban cerradas y la de Dylan tenía el

candado puesto; la llave se encontraba ahora bajo el cuenco para el afeitado de

Jamie. Se agachó, repartió trozos de leña sin escatimar y los rescoldos calientes

los encendieron. Se levantó para responder a la llamada de la naturaleza.

Al abrir la puerta, se llevó un susto. Había una capa de nieve de fácilmente un

metro y medio, y tan compacta que no cayó nada dentro. Había dejado de nevar,

pero el viento soplaba y le roció la cara con la capa superficial de polvo helado.

«¿Cómo se supone que voy a atravesar esto?», pensó.

La pala se encontraba a un metro como mínimo de distancia, apoyada en un

lateral de la cabaña. No se veía ni siquiera el mango.

Una vasija tuvo que hacer las veces de orinal. Cuando terminó, llenó la tetera

con agua de la garrafa de plástico y la puso al fuego. Se había acostumbrado a

muchas cosas desde el inicio de la epidemia, pero el café solo aguado no era una

de ellas.

Cuando el agua rompió a hervir, llevó dos tazas al dormitorio. Apareció una

mata de pelo moreno de debajo de las mantas.

—Qué frío hace —gimió Connie.

—Acabo de encender los fuegos.

Connie cogió un café y sonrió en cuanto tomó el primer sorbo caliente.

—Estamos aislados por la nieve —informó Jamie—. Si tienes que hacer pis,

te traeré el orinal.

—No sabía que tuviéramos uno.

—Se parece mucho a nuestro puchero, pero no te preocupes, lo lavaré antes

del próximo estofado.

—¿Cuánta nieve hay?

—¿Cuánto mides?

—Estás de broma, ¿no?

Se sobresaltaron al oír que aporreaban la puerta.

—¡Soy Jeremy! ¡Abrid!

Dylan gritó desde su cuarto.

—¿Mamá? ¿Mamá? ¿Qué pasa?

Cuando Jamie abrió la puerta, tenía a Connie pegada a la espalda.

Las raquetas de nieve de Jeremy le impedían hundirse. Su parka abierta

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