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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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para sujetarla bien fuerte si se mueve. No acerques las manos a las gasas estériles.

—Espere un momento, doctor —lo interrumpió Edison—. Antes quiero

rezar una oración.

—Adelante —dijo Jamie—. Que sea de las buenas.

Edison bajó la cabeza.

—Señor, protege a esta niñita, Brittany Edison, y ayúdala a superar este

trance. Es una buena niña que tiene toda la vida por delante y no merece morir.

Guía las manos de este médico y ayúdale a ayudar a mi pequeña. Amén.

Joe se sumó con otro «Amén» y Gretchen farfulló uno más.

Acto seguido, Jamie situó la punta de la broca sobre la X y apretó el gatillo.

Era la parte más fina del cráneo y la niña era joven, de manera que Jamie

notó cómo el taladro se abría paso casi de inmediato al perforar el hueso. Soltó el

gatillo y se recolocó. Brittany no movió un músculo. Jamie le dijo a Gretchen que

podía reducir la presión sobre los hombros de la niña.

La siguiente pulsación del gatillo decidiría el destino de la niña y quizá

también el suyo.

Apretó con suavidad, y cuando la broca giraba a tal vez un cuarto de la

velocidad máxima, empujó con delicadeza, atento al momento en que el acero

perforaba la duramadre, la membrana fibrosa que envolvía el cerebro.

Fue casi imperceptible, pero lo notó y relajó de inmediato el dedo del gatillo.

Un líquido marrón empezó a desbordarse alrededor de la broca y, cuando la retiró

del orificio, brotó un minúsculo chorro que le salpicó la mascarilla.

Jamie cayó en la cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Cuando

soltó el aire, sonó como una ráfaga de viento.

—¿¡Qué pasa!? —gritó Edison.

—Silencio, por favor. No pasa nada.

—¿Eso es sangre? —preguntó Joe.

—Es sangre de antes, de la hemorragia que se ha producido sobre su cerebro.

No es fresca, y eso es buena señal, muy buena.

Dejó a un lado el taladro y se puso unos guantes estériles para recoger el tubo

enganchado a la bolsa vacía. Metió el extremo libre por el orificio que había

practicado en el cráneo hasta que la sangre parduzca fluyó por él y empezó a

acumularse en la bolsa. Empujó y tiró del tubo con movimientos sutiles varias

veces hasta que el flujo de sangre que caía en la bolsa se convirtió en un reguerillo

constante.

Le pidió a Gretchen que lo relevara. Jamie quitó el dedo que presionaba el

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