29.06.2021 Views

La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Ed, tengo a toda mi familia aquí conmigo. Ninguno de nosotros está

enfermo. Hemos tenido mucho cuidado. ¿Vosotros estáis bien?

—Estamos todos bien. También hemos sido muy cuidadosos.

—Muy bien hecho. Escucha, Ed, nos vamos del pueblo para estar con mi

hermana.

—¿La de Ohio? —preguntó Villa.

—La misma. Pero antes quería hablar contigo sobre un asunto de suma

importancia para la iglesia.

Edison sabía que Villa se tomaba muy en serio su papel de presbítero.

—Pues no sé, pastor. Nos hemos aislado por completo aquí arriba.

—Solo serán unos minutos. Y te aseguro que ninguno de nosotros está

enfermo.

Edison y Joe intercambiaban miradas a medida que los segundos pasaban.

Entonces se oyó un zumbido y las verjas se abrieron.

La casa de estilo colonial de Ed Villa se alzaba en lo alto de una colina. De

un blanco resplandeciente, con las puertas y los postigos de un verde intenso, era

sin duda la hacienda más hermosa que Edison había visto en su vida. En uno de

los prados de abajo, Joe divisó otras dos casas más pequeñas con idéntico patrón

cromático. Incluso habían pintado los graneros y cobertizos con los mismos

colores. Aquí y allá había aparcadas camionetas último modelo, y a lo lejos se veía

un gran tractor con segadora International Harvester.

Edison dejó escapar un silbido.

—Ese cabrón tiene más dinero que Dios —comentó Joe.

Edison enfiló el amplio camino de entrada circular y estacionó el autobús de

forma que el costado derecho del vehículo quedara encarado con la puerta

principal de la casa.

—Comienza el espectáculo —dijo Joe, incorporándose y girándose hacia la

parte de atrás del autobús.

Los cuatro chicos Snider y Ryan Mellon estaban sentados tranquilamente

mirando por las ventanillas tintadas. Menos uno, todos estaban provistos de

rifles. Mickey se encontraba al fondo, controlando la retaguardia.

Edison también se levantó y, esbozando una afable sonrisa, fue señalando a

sus milicianos.

—Vosotros, todos vosotros, sois buenos chicos. Padre os quiere. Ahí fuera hay

hombres malos. Y padre quiere que matéis a los hombres malos. —Alzó su rifle y

exclamó—: ¡Bang! Matad a los hombres malos. —Posó una mano en el hombro

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!