29.06.2021 Views

La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

él aceptó. Puso el intermitente y se detuvo en un área de descanso, situada en una

larga recta desde la que se divisaba cualquier vehículo que viniera en ambos

sentidos desde varios kilómetros de distancia.

De vuelta en la autopista, Jamie se sentía demasiado alterado para dormir, así

que al final cedió y puso en el reproductor el CD de la Segunda sinfonía de

Mahler. Al momento se arrepintió: le vino a la mente una imagen de los dos

músicos sentados ahí mismo, en aquellos asientos, charlando o simplemente

escuchando la música con gesto placentero. La quitó y ajustó el asiento a fin de

tener más espacio para las piernas, procurando que el fusil de Linda no le rozara

en el muslo.

La pregunta de ella pareció que buscaba aplacar su ira.

—¿Has pensado alguna vez en volver a casarte? —preguntó Linda.

Jamie suspiró. ¿Qué otra cosa podía hacer, ignorarla durante el resto del

camino?

—La verdad es que no.

—¿Por qué?

¿Por qué? Porque su matrimonio había sido complicado. Porque a casi todas

las mujeres con las que había estado les había asustado la idea de hacerse cargo de

Emma. Porque su mujer ideal siempre había sido Mandy y ninguna de las demás

había estado a su altura. Porque cuando Mandy había reaparecido en su vida

como por arte de magia, ella no se había mostrado dispuesta a dejar a su marido.

—Nunca se me ha presentado la oportunidad —se limitó a responder.

Linda pasó de inmediato a hablar de su caso, delatando así su verdadera

intención. Él la caló al momento: buscaba compasión.

—Mi matrimonio fue tan espantoso que de ningún modo pienso volver a

cometer el mismo error.

—¿Y eso?

—Bruce era un cabrón.

—¿Y por qué te casaste con él?

—Bueno, para empezar era muy guapo y se convirtió en mi billete para

largarme de New Hampshire. Yo tenía treinta y tres años y vivía en un pueblecito

cerca de la frontera canadiense. Trabajaba de agente forestal y un invierno lo paré

por exceso de velocidad cuando conducía una moto de nieve. Era el típico capullo

de Massachusetts, arrogante y chulo, pero sabía venderse bien y consiguió que le

diera mi número. Y al poco tiempo estaba casada con él y viviendo en Brookline.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!