29.06.2021 Views

La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

se enfrentaban, pero intentó hacérselo comprender.

—Quiero que entienda que el problema de Brittany es mucho más grave que

el de Kyra. La intervención que voy a practicar la realizan neurocirujanos en

hospitales con la ayuda de sofisticados estudios de imagen cerebral. Aquí no

tenemos nada de todo eso.

—No me interesan las excusas.

La niña tenía media cabeza afeitada. Jamie le preguntó a Gretchen si

soportaba ver sangre. Cuando ella le dijo que creía que sí, la reclutó como

ayudante. Ambos se pusieron la mascarilla. Jamie estaba tan nervioso como el

primer día, cuando era un residente recién graduado y lo lanzaron a las trincheras

del servicio de emergencias de una zona urbana deprimida. Sin embargo, en

aquel entonces contaba con toda clase de mecanismos de seguridad. Lo único

que le proporcionaba cierto consuelo era saber que los cirujanos del siglo XIX a

veces obtenían buenos resultados usando barrenas para practicar craneotomías en

casos de hematoma subdural.

Antes de esterilizar el bisturí, palpó para localizar la arteria temporal

superficial y la marcó con un rotulador. Esperaba que la niña tuviese una

anatomía estándar. En ese caso, conocía la posición de la arteria temporal media,

más profunda, que quería evitar a toda costa. Usó el rotulador para señalar el

punto que le interesaba con una X, justo por encima de su oreja y un poco más

adelante. Mientras preparaba el campo operatorio con antiséptico Betadine y

gasas estériles, Gretchen le comentó que no solo la vida de la niña estaba en

juego. Creía que Edison la mataría también a ella si Brittany fallecía.

—Gracias por la información —dijo Jamie—. Necesitaba más presión… —

Estaba a punto de añadir «tanto como un agujero en la cabeza», pero decidió

callarse.

Edison y su hijo entraron y tomaron posiciones con la espalda apoyada en la

pared, ceño fruncido, brazos cruzados sobre el pecho y pistolas pegadas a la

cadera. Jamie había dispuesto todo su instrumental en una mesita de noche.

Había vaciado una bolsita de solución salina y la había enganchado a un tubo

estéril, y tenía el conjunto a mano sobre una tela limpia. Agarró con decisión el

inaudito instrumento quirúrgico —un taladro inalámbrico Ryobi para bricolaje—

y usó unos fórceps para sacar la broca del cazo en el que la habían hervido. En

cuanto la tuvo enroscada y bien sujeta, apretó el gatillo, primero un poco y luego

hasta el fondo, para familiarizarse con las distintas velocidades.

—Vale, Gretchen —dijo—. No creo que note nada, pero estáte preparada

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!