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La cura - Glenn Cooper-holaebook-holaebook

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ti.

—¿A mí?

—Sí, a ti.

Mandy miró por la ventana hacia la luz suave y dorada del atardecer.

—¿Y tú cómo sabes eso?

—¿Tengo razón?

—Sí.

—Mira, soy consciente de que Derek acaba de morir, y no es mi intención

faltar a su memoria, pero por la manera en que pronuncias su nombre y dices «mi

amigo», creo que es más que un amigo.

Mandy se lo quedó mirando.

—Eres un hombre sabio, Stanley Rosenberg.

—Tienes razón solo en parte: soy un viejo sabio. En fin, ¿quieres jugar a las

cartas? He traído una baraja y estoy bastante seguro de que están las cincuenta y

dos.

Puso una vieja bolsa de brocado sobre la mesa y rebuscó en su interior.

Mandy vio un pequeño estuche con una forma sospechosa.

—¿Eso es lo que creo?

El estuche era de cuero antiguo, seco y agrietado. Rosenberg abrió la

cremallera. Tal como ella sospechaba, se trataba de un revólver.

—Era de mi padre. Lo llevó en la Gran Guerra. Estuvo en Francia y me

contó que tuvo que utilizarlo mucho. Es un Colt MI 917, de los que llevaba la

infantería.

—¿Está cargado?

Sacó el tambor. Cuatro de sus seis cámaras estaban llenas.

—Desde que regresó a casa, nunca más volvió a disparar con él. Y yo

tampoco. Esas balas tendrán más de cien años, así que solo Dios sabe si todavía

sirven.

—Espero que no tengamos que averiguarlo —dijo Mandy.

Rosenberg cerró la cremallera del estuche.

—Pues ya somos dos.

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