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Suave Es La Noche

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117<br />

Perdóneme todo lo que digo. Ésta es la tercera carta que le escribo y si no la mando<br />

inmediatamente no la mandaré nunca. Yo también he pensado mucho en la luz de la luna y<br />

podría encontrar muchos testigos si pudiera salir de aquí.<br />

Me dijeron que era usted médico, pero con tal de que sea un gato me da igual. Me duele<br />

mucho la cabeza, así que perdone ese paseo como supongo que diría un ordinario con un<br />

gato blanco. Hablo tres idiomas, cuatro con el inglés, y estoy segura de que podría ser útil<br />

como intérprete si usted lo arreglara en Francia estoy segura de que podría controlarlo todo<br />

con los cinturones todo el mundo abrochados como si fuera miércoles. Hoy es sábado y<br />

usted está lejos, tal vez muerto.<br />

Vuelva a verme algún día, porque siempre estaré en esta verde colina. A menos que me<br />

dejen escribir a mi padre, al que quería muchísimo.<br />

Perdone todo esto. Hoy me siento muy rara. Volveré a escribirle cuando me encuentre<br />

mejor.<br />

Adiós<br />

Nicole Warren<br />

Perdone todo esto.<br />

CAPITÁN DIVER:<br />

Ya sé que la introspección no es buena cuando se tienen los nervios tan alterados como yo<br />

los tengo, pero me gustaría explicarle lo que me pasa. El año pasado o cuando fuera en<br />

Chicago cuando estaba tan mal que ni podía hablarles a los criados o salir a la calle estaba<br />

esperando que alguien me explicara lo que me pasaba. Tenía que haberlo hecho alguien que<br />

lo comprendiera. A los ciegos hay que ayudarles a caminar. Pero nadie me lo explicaba del<br />

todo, no me lo decían más que a medias y yo ya estaba demasiado confusa para poder atar<br />

cabos. Hubo un hombre que fue muy bueno conmigo: era un oficial francés y me entendió.<br />

Me dio una flor y dijo que era «plus pétite et moins entendue». Nos hicimos amigos. Luego<br />

se la llevó. Me puse peor y no había nadie que me explicara nada. Solían cantarme una<br />

canción sobre Juana de Arco pero era una crueldad: sólo conseguían hacerme llorar porque<br />

entonces tenía la cabeza perfectamente bien. Me hablaban de deportes, pero en esa época<br />

no me interesaban nada. Hasta que un día me fui a caminar sola por Michigan Boulevard,<br />

caminé millas y millas y finalmente me siguieron en un automóvil, pero yo me negaba a<br />

entrar en él. Hasta que me metieron a la fuerza y dentro había unas enfermeras. A partir de<br />

entonces, empecé a entenderlo todo, porque podía ver lo que les pasaba a otros. Así que ésa<br />

es la situación en que me encuentro.¿<br />

Y qué bien me puede hacer seguir aquí, con todos los médicos insistiendo todo el tiempo<br />

en recordarme todas las cosas que se supone que había venido aquí a superar? Por eso hoy

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