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Suave Es La Noche

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221<br />

-A la chica con la que estaba bailando. Ha desaparecido de repente. Tiene que estar aún en<br />

el local...<br />

-¡No! ¡No! Ésos son los lavabos de señoras.<br />

Se quedó en la barra del bar. Había otros dos hombres allí, pero no se le ocurría nada con<br />

que iniciar una conversación. Les podría haber contado todo lo que sabía de Roma y los<br />

orígenes violentos de las familias Colonna y Gaetani, pero se daba cuenta de que, como<br />

comienzo, resultaba más bien abrupto. De la repisa de los cigarros se cayó de repente al<br />

suelo toda una hilera de muñecas rusas; se armó el alboroto consiguiente y Dick tenía la<br />

sensación de ser él el que lo había causado, así que volvió al cabaret y se tomó un café<br />

cargado. Collis se había marchado, la inglesita se había marchado y no parecía que pudiera<br />

hacer otra cosa que regresar al hotel y dejarse caer en la cama, deprimido como estaba.<br />

Pagó la cuenta y recogió el sombrero y el abrigo.<br />

Había agua sucia en los arroyos y entre los toscos adoquines; empañaba el aire de la<br />

mañana una bruma pantanosa de la Campagna, como el sudor de cultivos agotados. Dick se<br />

vio rodeado por un cuarteto de taxistas a los que les bailaban los ojillos en sus bolsas<br />

oscuras. Apartó de un manotazo a uno de ellos que en su insistencia parecía echársele<br />

encima.<br />

-Quanto a Hotel Quirinal?<br />

-Cento lire.<br />

Seis dólares. Hizo un gesto negativo con la cabeza y ofreció treinta liras, que era el doble<br />

de la tarifa de día, pero se encogieron de hombros como un solo hombre e hicieron ademán<br />

de alejarse.<br />

-Trenta-cinque lire e mancie -dijo con firmeza.<br />

-Cento lire.<br />

Se puso a hablar en inglés.<br />

-¡Pero si está a menos de un kilómetro! Les pago cuarenta liras.<br />

-Oh, no.<br />

<strong>Es</strong>taba muy cansado. Abrió la puerta de uno de los taxis y se metió dentro.<br />

-¡Hotel Quirinal! -dijo al taxista, que seguía obstinado fuera del taxi-. Deje de mirarme<br />

con esa cara de burla y lléveme al Quirinal.<br />

-Ah, no.

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