08.04.2013 Views

Suave Es La Noche

Suave Es La Noche

Suave Es La Noche

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

172<br />

-<strong>Es</strong> una decisión que tengo que tomar yo, Baby - dijo en tono mesurado-. De todos<br />

modos, te agradezco que quieras comprarme una clínica.<br />

Baby, dándose cuenta de que se había entrometido, se apresuró a recoger velas.<br />

-Desde luego, es asunto tuyo y nada más que tuyo.<br />

-Una decisión de esta envergadura puede llevar semanas. No sé si me convence mucho la<br />

idea de vernos anclados en Zurich Nicole y yo.<br />

Se volvió hacia Franz, previendo lo que iba a decir: -Sí, ya sé. Zurich tiene fábrica de gas y<br />

agua corriente y luz eléctrica. Viví allí tres años.<br />

-Bueno, mejor será que te lo pienses bien -dijo Franz-. Confío en que...<br />

En ese momento empezaron a sonar las fuertes pisadas de un centenar de pares de botas<br />

pesadas que se dirigían hacia la puerta, y todos les siguieron los pasos. Afuera, a la nítida<br />

luz de la luna, Dick vio cómo la muchacha amarraba su trineo a uno de los tiros que había<br />

allí delante. Se apiñaron en su propio trineo y, con el restallido de las fustas, los caballos<br />

tensaron los músculos y se lanzaron a la oscuridad. Vieron pasar ante sí un revoltijo de<br />

figuras que corrían; al-gimas parecían de jóvenes que se empujaban unos a otros hasta<br />

hacerse caer de trineos y patines, aterrizaban en la nieve blanda y corrían jadeantes detrás<br />

de los caballos hasta que se dejaban caer exhaustos en alguno de los trineos o se quejaban a<br />

gritos de que les habían abandonado. A ambos lados los campos estaban sumidos en una<br />

calma benéfica; la cabalgata avanzaba por un espacio elevado y sin límites. Al llegar a<br />

aquellos parajes, el ruido de voces pareció decrecer, como si todo el mundo, por un instinto<br />

atávico, estuviera atento al aullido de los lobos en la inmensidad nevada.<br />

En Saanen se metieron en tropel en el baile del ayuntamiento, abarrotado de vaqueros,<br />

sirvientes de los hoteles, tenderos, profesores de esquí, guías, turistas y campesinos. Entrar<br />

en aquel cálido recinto después de haberse sentido afuera en una relación animal,<br />

panteística, con la naturaleza, era como volver a asumir un nombre rimbombante y absurdo<br />

de caballero que retumbaba como botas con espuelas en la guerra, como calzas de botas de<br />

fútbol en el suelo de cemento de unos vestuarios. Se oía el típico cantar tirolés, cuyo ritmo<br />

familiar hizo que la escena perdiera para Dick todo el carácter romántico que primero había<br />

visto en ella. En un principio creyó que ello se debía a que había logrado apartar a la<br />

muchacha de su pensamiento, pero luego se acordó de lo que Baby había dicho:<br />

«Tendríamos que estudiarlo bien», y todo lo que esa frase llevaba implícito: «Eres<br />

propiedad nuestra y antes o después tendrás que aceptarlo. <strong>Es</strong> absurdo que sigas<br />

pretendiendo que eres independiente».<br />

Hacía ya muchos años que Dick no le guardaba rencor a ningún ser humano: desde que,<br />

siendo estudiante de primer año en New Haven, había caído en sus manos un libro muy<br />

popular sobre «higiene mental». Pero en aquel momento estaba tratando de contener la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!