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Suave Es La Noche

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164<br />

<strong>La</strong> crisis de París ya era otra cosa, pues a la luz de ella la primera cobraba más importancia.<br />

Parecía anunciar un nuevo ciclo, un nuevo recrudecimiento del trastorno. Después de la<br />

tremenda zozobra, no relacionada en absoluto con su profesión de médico, que había<br />

experimentado Dick durante la larga recaída de Nicole a raíz del nacimiento de Topsy, se<br />

había visto obligado a endurecerse con respecto a ella y a establecer una perfecta<br />

separación entre la Nicole enferma y la Nicole sana. Pero eso hacía que le resultara difícil<br />

distinguir entre su actitud meramente profesional, que usaba como capa protectora, y<br />

aquella especie de frialdad que estaba empezando a sentir. Del mismo modo que la<br />

indiferencia, independientemente de que la cultivemos o dejemos que se atrofie, termina<br />

por producir un vacío, Dick se había acostumbrado a sentirse vacío de Nicole y cuidaba de<br />

ella contra su voluntad sin permitir que en ello intervinieran para nada sus sentimientos. Se<br />

habla de que las heridas cicatrizan, estableciéndose un paralelismo impreciso con la<br />

patología de la piel, pero no ocurre tal cosa en la vida de un ser humano. Lo que hay son<br />

heridas abiertas; a veces se encogen hasta no parecer más grandes que un pinchazo causado<br />

por un alfiler, pero siguen siendo heridas. <strong>La</strong>s marcas que deja el sufrimiento se deben<br />

comparar más bien a la pérdida de un dedo o la pérdida de visión en un ojo. Puede que en<br />

algún momento no notemos que nos faltan, pero el resto del tiempo, aunque los echemos de<br />

menos, nada podemos hacer.<br />

XII<br />

Dick encontró a Nicole en el jardín con los brazos cruzados a la altura de los hombros. Le<br />

miró directamente con sus ojos grises en los que había algo de curiosidad infantil.<br />

-He estado en Cannes -dijo Dick-, y me he encontrado a la señora Speers. Se marcha<br />

mañana. Quería venir a despedirse de ti, pero la disuadí.<br />

-Lo siento. Me hubiera gustado verla. Me es simpática.<br />

-¿A que no sabes a quién más he visto? A Bartholomew Tailor.<br />

-¡No!<br />

-Era imposible no reconocer esa cara de viejo zorro. Andaba buscando por todas partes a<br />

la fauna del Ciro's. El año que viene se van a presentar todos aquí. Ya sospechaba yo que la<br />

señora Abrams era una especie de avanzadilla.<br />

-Cada vez que pienso lo escandalizada que estaba Baby el primer verano que vinimos.<br />

-En realidad, les importa un comino estar en un sitio o en otro. No sé por qué no se quedan<br />

tranquilamente en Deauville a pasar frío.

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