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-Hoy día se ven tantos hombres brillantes que se están destruyendo a sí mismos.<br />
-¿Y cuándo no se han visto? -preguntó Dick-. Los hombres inteligentes son precisamente<br />
los que están siempre rozando el abismo porque no tienen más remedio. Algunos no lo<br />
pueden soportar y abandonan.<br />
-Debe ser algo más profundo que todo eso. Nicole se aferró a su argumento. Le había<br />
molestado que Dick la contradijera delante de Rosemary.<br />
-Hay artistas como, como Fernand, por ejemplo, que no parece que tengan que darse a la<br />
bebida. ¿Por qué son siempre los americanos los más autodestructivos?<br />
Había tantas respuestas a esa pregunta que Dick decidió dejarla en el aire y ronronear,<br />
triunfante, al oído de Nicole. Había llegado a juzgar muy severamente todo lo que ella<br />
decía. Aunque pensaba que era la criatura más atractiva que había conocido en su vida, y<br />
aunque ella le daba todo lo que necesitaba, presentía la lucha mucho antes de que llegara y<br />
en su subconsciente se había estado endureciendo y armando para la batalla hora tras hora.<br />
No era dado a perder el control de sí mismo y en aquel momento se sentía relativamente<br />
torpe por haberse dejado llevar y confiaba ciegamente en que Nicole no hubiera pasado de<br />
imaginarse que Rosemary despertaba en él sólo cierta emoción. Pero no estaba seguro. <strong>La</strong><br />
noche anterior en el teatro Nicole se había referido con toda intención a Rosemary diciendo<br />
que no era más que una niña.<br />
El trío comió abajo en un ambiente de alfombras y camareros sigilosos que no andaban al<br />
paso rápido y firme de todos los que les habían traído la comida en los restaurantes en los<br />
que habían estado últimamente. En ese comedor había familias americanas que observaban<br />
con curiosidad a otras familias americanas y trataban de entablar conversación entre sí.<br />
En la mesa más próxima había un grupo que les parecía inclasificable. <strong>Es</strong>taba formado por<br />
un joven efusivo concierto aspecto de empleado de oficina, de esos que te piden<br />
cortésmente que les repitas lo que has dicho, y unas cuantas mujeres. <strong>La</strong>s mujeres no eran<br />
ni jóvenes ni viejas ni pertenecían a una clase social determinada. Y, sin embargo, el grupo<br />
daba la impresión de formar una unidad, parecía más unido, por ejemplo, que un grupo de<br />
mujeres que acompañaran a sus maridos en algún congreso. Sin duda parecía más unido<br />
que cualquier grupo de turistas imaginable.<br />
Dick estaba a punto de hacer algún comentario burlón a propósito del grupo, pero se<br />
contuvo instintivamente y le preguntó al camarero si sabía quiénes eran.<br />
-Son madres de soldados caídos en el campo de batalla -explicó el camarero.<br />
Los tres soltaron o ahogaron una exclamación. Los ojos de Rosemary se llenaron de<br />
lágrimas.