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misma... -añadió de manera más bien apresurada, como si alguien le hubiera echado la<br />
culpa a él- la misma niña encantadora de siempre. Lo primero tuvo que ver con un criado.<br />
-Ah, sí -dijo el doctor Dohmler haciendo un gesto de asentimiento con su cabeza<br />
venerable, como si, a la manera de Sherlock Holmes, hubiera sabido que en ese punto del<br />
relato tenía que entrar en escena un criado.<br />
-Tenía un criado... llevaba años a mi servicio. Suizo precisamente -dijo, levantando la<br />
vista como si esperara la aprobación del doctor Dohmler como buen patriota-. Y no sé qué<br />
absurda idea se le metió en la cabeza con ese criado. Pensaba que la estaba cortejando.<br />
Naturalmente, por aquel entonces la creí y tuve que despedir al criado, pero ahora sé que<br />
todo eran historias.<br />
-Según ella, ¿qué es lo que había hecho el criado?<br />
-<strong>Es</strong>o fue lo primero. Los médicos no pudieron sacarle nada. Se limitaba a mirarlos como<br />
si ellos tuvieran la obligación de saber lo que había hecho. Pero dio a entender claramente<br />
que había tratado de hacer indecencias con ella. De eso no cabía ninguna duda.<br />
-Ya entiendo.<br />
-Naturalmente, he oído hablar de mujeres que se sienten solas y se imaginan que hay un<br />
hombre debajo de la cama y cosas por el estilo, pero ¿por qué tenía que ocurrírsele una cosa<br />
así a Nicole? Tenía todos los jóvenes que quisiera a su disposición. <strong>Es</strong>tábamos en <strong>La</strong>ke<br />
Forest -un lugar de veraneo cerca de Chicago donde tenemos una casa- y se pasaba el día<br />
fuera jugando al golf o al tenis con chicos. Y algunos de ellos bastante chalados por ella<br />
además.<br />
Todo el tiempo que Warren le estaba hablando al viejo armazón reseco del doctor Dohmler,<br />
parte de <strong>La</strong> mente de éste se concentraba intermitentemente en una visión de Chicago.<br />
Cuando era joven había tenido la oportunidad de ir a Chicago con una beca para enseñar en<br />
la universidad, y tal vez de hacerse rico allí y ser propietario de una clínica en lugar de un<br />
pequeño accionista como era ahora. Pero cuando se puso a pensar en lo que consideraba sus<br />
escasos conocimientos esparcidos por toda aquella extensión, todos aquellos campos de<br />
trigo e inmensas praderas, decidió no aceptar la beca. Pero en aquellos días había leído<br />
mucho sobre Chicago, sobre las grandes familias feudales de los Armour, los Palmer, los<br />
Field, los Crane, los Warren, los Swift y los McCormick entre muchas otras, y en los años<br />
subsiguientes le había llegado un número considerable de pacientes de ese estrato social de<br />
Chicago y Nueva York.<br />
-Se puso peor -continuó Warren-. Tuvo como tina especie de ataque. <strong>La</strong>s cosas que decía<br />
cada vez tenían menos sentido. Su hermana anotó algunas de ellas.<br />
Le tendió al doctor una hoja de papel muy doblada.