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Suave Es La Noche

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Pero él era de la costa este y más duro de lo que Baby esperaba. Moviendo la cabeza con un<br />

gesto que indicaba que estaba teniendo mucha paciencia con ella, a pesar de que se negaba<br />

a entender su posición, se ciñó más la bata persa y descendió unos peldaños.<br />

-Déle a esta señora las señas del Consulado -le dijo al portero- y busque las señas y el<br />

teléfono del doctor Colazzo y déselos también.<br />

Se volvió a Baby con la expresión de un Cristo enojado.<br />

-Señora mía: el cuerpo diplomático representa al Gobierno de los <strong>Es</strong>tados Unidos ante el<br />

Gobierno de Italia. No le incumbe para nada la protección de los ciudadanos, salvo si recibe<br />

instrucciones específicas del Departamento de <strong>Es</strong>tado. Su cuñado ha infringido las leyes de<br />

este país y lo han metido en la cárcel, igual que podrían meter en la cárcel a un italiano en<br />

Nueva York. Los únicos que lo pueden poner en libertad son los tribunales italianos y si su<br />

cuñado tiene motivos para presentar una denuncia, puede usted obtener asistencia y<br />

asesoramiento en el Consulado, que se encarga de proteger los derechos de los ciudadanos<br />

americanos. El Consulado no abre hasta las nueve. Yo no podría hacer nada aunque se<br />

tratara de mi propio hermano y...<br />

-¿No podría llamar usted al Consulado? -interrumpió Baby.<br />

-No podemos injerimos en los asuntos del Consulado. A las nueve, cuando el cónsul<br />

llegue...<br />

-¿No me puede dar usted la dirección de su domicilio? Tras una minúscula pausa,<br />

negó con la cabeza. Cogió la nota que el' portero le tendía y se la entregó a Baby. -Y ahora,<br />

si me lo permite...<br />

Se las había arreglado para llevarla hasta la puerta; durante un instante, la luz violeta del<br />

alba iluminó crudamente la máscara rosa y la tira de tela que sujetaba el bigote. Y de<br />

pronto, Baby se encontró sola en la escalinata: había estado en la Embajada diez minutos.<br />

<strong>La</strong> plaza a la que daba estaba casi totalmente vacía: sólo había un viejo recogiendo colillas<br />

con un palo con púas. Baby tomó un taxi y fue al Consulado, pero allí no había más que<br />

tres pobres mujeres fregando las escaleras. No consiguió hacer que entendieran que quería<br />

saber la dirección del cónsul. De pronto le volvió a entrar la preocupación y salió corriendo<br />

y le dijo al taxista que la llevara a la cárcel. Aquél no sabía dónde estaba, pero usando las<br />

palabras sempre diritto, destra y sinistra consiguió que la llevara hasta un lugar cercano,<br />

donde se bajó y se lanzó a explorar un laberinto de callejas que creía reconocer. Pero todos<br />

los edificios y las callejas parecían iguales. Siguiendo una pista salió a la Plaza de <strong>Es</strong>paña y<br />

se animó al ver la palabra «American» en el rótulo de las oficinas de la American Express.<br />

Había luz en la ventana y atravesó la plaza apresuradamente, pero la puerta estaba cerrada y<br />

vio que eran las siete en el reloj que había dentro. Entonces se acordó de Collis Clay.

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