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Suave Es La Noche

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esa clase de ambiente, y si había allí algún tono, aparte de la forma tan original en que se<br />

había organizado una serie de valores superficiales en el piso, lo daban ellos.<br />

Aquel monstruo de Frankenstein se zampó de un solo bocado a Dick y Rosemary; los<br />

separó inmediatamente y Rosemary descubrió de pronto con respecto a sí misma que era un<br />

pequeño ser insincero que sólo utilizaba los registros más altos de su garganta y necesitaba<br />

urgentemente un director que le dijera lo que tenía que hacer. Sin embargo, era tal el salvaje<br />

aleteo de la sala que no tenía la sensación de que su situación fuera más incongruente que la<br />

de cualquiera de los otros. Además, de algo debía servirle su experiencia de actriz. Así que,<br />

tras una serie de vueltas, giros y marchas semi-militares, se encontró, según todas las<br />

apariencias, hablando con una muchacha de aspecto pulcro y acicalado que tenía una<br />

graciosa cara de chico, pero, en realidad, absorta en una conversación que tenía lugar junto<br />

a una especie de escalera de bronce situada en diagonal a donde estaba ella y a un metro y<br />

medio de distancia.<br />

Había un trío de mujeres jóvenes sentadas en un diván. Eran todas altas y esbeltas y de<br />

cabeza pequeña, que llevaban arreglada como las cabezas de los maniquíes, y mientras hablaban<br />

movían graciosamente la cabeza de un lado a otro por encima de sus trajes sastre<br />

oscuros, haciendo el efecto de flores de tallo largo o capuchones de cobra.<br />

-Desde luego, saben cómo dar un buen espectáculo -decía una de ellas con una voz<br />

profunda y modulada-. Prácticamente, el mejor espectáculo en París. <strong>Es</strong>o no se les puede<br />

negar. Pero -añadió con un suspiro- las frases esas que te dice él una y otra vez... «El<br />

habitante más antiguo mordido por los roedores.» <strong>La</strong> primera vez te hace gracia.<br />

-Yo prefiero personas cuyas vidas tengan superficies más arrugadas -dijo la segunda-. Y<br />

ella no me gusta nada.<br />

-Nunca han logrado interesarme mucho. Ni ellos ni los que los rodean. ¿Qué me decís, por<br />

ejemplo, del señor North, que es puro líquido?<br />

-Ése está desfasado -dijo la primera chica-. Pero no me negaréis que el sujeto en cuestión<br />

puede ser uno de los seres más encantadores que hayáis conocido en vuestra vida.<br />

Era el primer indicio que tenía Rosemary de que estaban hablando de los Diver y se puso<br />

tensa de indignación. Pero la chica que le estaba hablando, que parecía un cartel con su<br />

camisa azul almidonada, sus expresivos ojos azules, sus mejillas coloradas y su traje sastre<br />

muy gris, había empezado ya a atacar a fondo. Trataba desesperadamente de eliminar todo<br />

lo que pudiera interponerse entre ellas, pues temía que Rosemary no la pudiera ver bien, y a<br />

tal extremo llevó su labor de eliminación que no le quedó para cubrirse ni siquiera una leve<br />

capa de humor y Rosemary, con desagrado, vio claramente lo que pretendía.<br />

-¿No podríamos quedar para comer, o tal vez mejor para cenar, o para comer al otro día? -<br />

imploró la muchacha.

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