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Suave Es La Noche

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iba a encontrar una sola piedra de la muralla china que un día había levantado en torno a<br />

ella, ni una huella de un viejo amigo.<br />

Por un momento Nicole sintió que aquello hubiera ocurrido, al recordar el vaso que Dick<br />

había sacado con el rastrillo de un montón de basura, al recordar los pantalones y jerseys de<br />

marineros que habían comprado en una callejuela de la parte vieja de Niza y que luego,<br />

confeccionados en seda, habían puesto de moda los modistos de París, al recordar a las<br />

muchachitas francesas que trepaban por las rocas del rompeolas gritando «Dis donc! Dis<br />

done!» como pájaros, y el ritual de cada mañana, la callada y sosegada entrega al mar y el<br />

sol; tantas ocurrencias de Dick, que habían quedado más enterradas que la arena en el<br />

transcurso de unos pocos años...<br />

Para poder bañarse allí ahora había que pertenecer a un «club», aunque, en vista del tipo de<br />

sociedad internacional representada en él, resultaba difícil decir a quiénes no admitían.<br />

Nicole volvió a endurecerse en cuanto vio a Dick arrodillado sobre la esterilla buscando<br />

con la mirada a Rosemary. Observó que sus ojos la buscaban entre todas aquellas nuevas<br />

instalaciones: los trapecios acuáticos, las anillas, las casetas de baño transportables, las<br />

torres flotantes, los reflectores de las fiestas de la noche anterior, el buffet modernista,<br />

blanco y con un vulgar motivo de interminables manillares.<br />

El agua fue casi el último lugar en el que se le ocurrió buscar a Rosemary, porque muy<br />

pocas personas se bañaban ya en aquel paraíso azul, sólo algunos niños y un criado<br />

exhibicionista que era el espectáculo de cada mañana con sus saltos prodigiosos desde una<br />

roca a quince metros de altura; la mayoría de los clientes del hotel de Gausse, con la resaca<br />

de la noche anterior, sólo se despojaban de los trajes de playa que ocultaban su carnes<br />

blandas para darse una ligera zambullida a la una de la tarde:<br />

-Allí está -señaló Nicole.<br />

Vio cómo Dick seguía con la mirada los movimientos de Rosemary de balsa en balsa; pero<br />

el suspiro estremecido que se escapó de su pecho era sólo un residuo de cinco años atrás.<br />

-Vayamos nadando hasta donde está ella y la saludamos -sugirió Dick.<br />

-No. Ve tú.<br />

-Vamos los dos.<br />

Nicole trató por un momento de rebelarse contra aquella imposición de Dick, pero<br />

finalmente se metieron los dos en el agua y nadaron juntos, consiguiendo localizar a Rosemary<br />

por el banco de pececillos que la seguía a todas partes, atraídos por su anzuelo<br />

deslumbrante.

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