08.04.2013 Views

Suave Es La Noche

Suave Es La Noche

Suave Es La Noche

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

178<br />

vez en el gran mundo le preferían a él. Había unos pocos que pensaban que no les hacía<br />

caso, o que no era sencillo o que se daba aires. <strong>La</strong> reacción que provocaba en ellos no era<br />

tan distinta de las que despertaba fuera de su vida profesional, pero en este caso tenía un<br />

origen más tortuoso.<br />

Había una inglesa que siempre le hablaba de un tema que ella consideraba suyo.<br />

-¿Vamos a tener música esta noche?<br />

-No sé -respondió-. No he visto al doctor <strong>La</strong>dislau. ¿Le gustó lo que tocaron anoche la<br />

señora Sachs y el señor Longstreet?<br />

-Regular.<br />

-A mí me pareció excelente, sobre todo lo de Chopin. -A mí regular.<br />

-¿Cuándo va a tocar usted algo para nosotros?<br />

<strong>La</strong> mujer se encogió de hombros, muy satisfecha con la pregunta, como venía ocurriendo<br />

desde hacía varios años.<br />

-Algún día. Pero sólo toco regular.<br />

Sabían que no tocaba ningún instrumento. Dos hermanas suyas habían sido muy buenas<br />

concertistas, pero, cuando las tres eran jóvenes, ella se había mostrado incapaz de aprender<br />

solfeo.<br />

Después de los talleres, Dick se fue a visitar la Eglantina y las Hayas. Por fuera estos<br />

pabellones parecían tan alegres como los otros; por necesidad, Nicole los había decorado y<br />

amueblado a base de rejas y barrotes disimulados y muebles fijos al suelo. Había mostrado<br />

tal imaginación en su trabajo -la inventiva, cualidad de la que carecía, la facilitaba el propio<br />

problema- que ni a una persona enterada se le podría haber ocurrido que el trabajo de<br />

filigrana ligero y gracioso en una ventana era el extremo fuerte y firme de una cadena, ni<br />

que los muebles que reflejaban tendencias tubulares modernas eran más sólidos que las<br />

macizas creaciones de los eduardianos; hasta las flores estaban sujetas por dedos de hierro,<br />

y el menor adorno o accesorio era tan necesario como una viga maestra en un rascacielos.<br />

Con sus ojos incansables había aprovechado cada habitación al máximo. Cuando alguien la<br />

felicitaba, decía bruscamente de sí misma que era un fontanero de primera.<br />

Para aquellos a los que no se les había averiado la brújula, ocurrían cosas muy raras en esos<br />

pabellones. El doctor Diver pasaba muchas veces un rato divertido en la Eglantina, el<br />

pabellón de hombres, donde había un extraño individuo, exhibicionista, que estaba<br />

convencido de que si le dejaban pasear desnudo desde l'Étoile hasta la Concorde iba a<br />

resolver un montón de cosas, y Dick pensaba que tal vez estuviera en lo cierto.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!