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sentía como un brillante ramo de flores, como una tela exquisita desplegada para ser<br />
admirada por cincuenta ojos. Hubo un momento en que no estaban bailando, sino<br />
simplemente abrazados. Ya de madrugada hubo una ocasión en que se encontraron solos y<br />
ella apretó su cuerpo joven, húmedo y fragante contra el suyo, en un encuentro de telas<br />
fatigadas, y permanecieron allí, aplastados contra todos aquellos sombreros y abrigos que<br />
pertenecían a otros.<br />
El momento en que más se rió vino más tarde, cuando seis de ellos, los mejores de todos,<br />
los más nobles supervivientes de la noche, estaban en el oscuro vestíbulo principal del Ritz<br />
diciéndole al portero de noche que el General Pershing estaba afuera y quería caviar y<br />
champán. «No tolera la menor demora. Cada hombre y cada cañón están a su servicio.»<br />
Surgieron como de la nada camareros aturullados, se instaló una mesa en el vestíbulo e hizo<br />
su entrada Abe representando el papel de General Pershing, mientras ellos, en posición de<br />
firmes, canturreaban en su honor los fragmentos de canciones de guerra que recordaban.<br />
Como se sintieron desatendidos por los camareros, que reaccionaron con indignación ante<br />
semejante tomadura de pelo, montaron una trampa para camareros, un artefacto enorme y<br />
fantástico construido con todos los muebles del vestíbulo que funcionaba como las<br />
estrafalarias máquinas de las historietas de Goldberg. Abe movía la cabeza con aire<br />
dubitativo.<br />
-Yo creo que sería mejor que robáramos una sierra musical y...<br />
-No sigáis -interrumpió Mary-. Cuando Abe saca ese tema quiere decir que ya es hora de<br />
volverse a casa. Le confió a Rosemary sus preocupaciones.<br />
-Tengo que llevarme a Abe a casa. El tren sale a las once y es muy importante que lo<br />
tome. Tengo la impresión de que todo nuestro futuro depende de ello. Pero cada vez que<br />
deseo que haga algo, hace justamente lo contrario.<br />
-Intentaré persuadirle -se ofreció Rosemary.<br />
¿De veras? -dijo Mary, no muy convencida-. Tal vez a ti te haga caso.<br />
Un momento después, Dick se acercó a Rosemary.<br />
-Nicole y yo nos vamos ya y hemos pensado que a lo mejor querrías venir con nosotros.<br />
Se la veía pálida por el cansancio a la tenue luz que anunciaba el alba. En sus mejillas, tan<br />
llenas de color durante el día, había dos manchas grisáceas.<br />
-No puedo -dijo-. Le he prometido a Mary North que me voy a quedar con ellos, porque si<br />
no no va a haber manera de que Abe se vaya a la cama. Tal vez tú puedas hacer algo.