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Siguió andando a lo largo de la trinchera y encontró a los demás que le estaban esperando<br />
en el siguiente través. <strong>Es</strong>taba muy emocionado y deseaba comunicarles su emoción,<br />
hacerles comprender lo que aquello significaba, aunque en realidad Abe North había estado<br />
en el frente y él no.<br />
-<strong>Es</strong>ta tierra costó veinte vidas por hectárea aquel verano -le dijo a Rosemary. Ella miró<br />
obediente la planicie verde más bien desnuda, con sus árboles bajos que sólo tenían seis<br />
años. Si Dick hubiera dicho además que los estaban bombardeando, esa tarde le habría<br />
creído. Su amor por él había llegado ya al punto en que por fin empezaba a sentirse desgraciada,<br />
a sentir desesperación. No sabía qué hacer: tenía necesidad de hablar con su<br />
madre.<br />
-Un montón de gente se ha muerto desde entonces y pronto nos habremos muerto todos -<br />
dijo Abe para consolarlos.<br />
Rosemary estaba tensa esperando que Dick siguiera hablando.<br />
-Mirad ese riachuelo. Podríamos llegar a él andando en dos minutos. Los ingleses<br />
tardaron un mes en llegar; todo un imperio avanzando muy lentamente, muriendo los de<br />
delante y los de detrás empujando. Y otro imperio retrocedía muy lentamente unos cuantos<br />
centímetros cada día, dejando a los muertos como un millón de alfombras ensangrentadas.<br />
Los europeos de esta generación no podrían volver a hacer una cosa así.<br />
-¡Pero si sólo acaba de terminar la lucha en Turquía! -dijo Abe-. Y en Marruecos...<br />
-<strong>Es</strong>o es diferente. <strong>Es</strong>to del frente occidental no se podrá repetir, por lo menos en mucho<br />
tiempo. Los jóvenes piensan que podrían hacerlo, pero no es cierto. Podrían repetir la<br />
batalla del Marne, pero esto no. Para esto hizo falta una gran fe y años de abundancia y una<br />
tremenda seguridad y la relación exacta que existía entre las clases sociales. Los rusos y los<br />
italianos no se portaron nada bien en este frente. Hacía falta un bagaje sentimental sincero<br />
cuyos inicios se remontaran hasta donde no alcanza el recuerdo. Había que recordar las<br />
Navidades, y las postales del príncipe heredero y su prometida, y los pequeños cafés de<br />
Valence y las cervecerías al aire libre en Unter den Linden, y las bodas en la alcaldía, y el<br />
Derby, y las patillas del abuelo.<br />
-El general Grant inventó este tipo de batallas en Petersburg en el año sesenta y cinco.<br />
-No. Lo que inventó fueron las masacres. <strong>Es</strong>ta clase de batallas la inventaron Lewis Carroll<br />
y Julio Verne y el autor de Undine, quienquiera que fuese, y los diáconos rurales jugando a<br />
los bolos, y las madrinas de guerra de Marsella y las muchachas seducidas en los callejones<br />
de Wurtemberg y Westfalia. ¡Pero si ésta fue una batalla por amor! Todo un siglo de amor<br />
de la clase media se consumió aquí. Fue la última batalla por amor.<br />
-Tú le quieres adjudicar esta batalla a D. H. <strong>La</strong>wrence -dijo Abe.