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Suave Es La Noche

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-<strong>Es</strong> una materia que nunca voy a dominar como ahora -insistió-. Y tengo el presentimiento<br />

de que si no es fundamental es simplemente porque le ha faltado reconocimiento material.<br />

El fallo de esta profesión es que atrae a gente un poco tarada, más bien débil. Una vez<br />

dentro de la profesión tratan de suplir esas deficiencias concentrándose en el aspecto clínico,<br />

«práctico», del trabajo y así consiguen ganar la batalla sin la menor lucha. Tú, Franz,<br />

por el contrario, eres un buen profesional porque el destino te eligió para esta profesión<br />

antes incluso de que hubieras nacido. Deberías dar gracias a Dios por no haberte sentido<br />

«llamado» a ella. ¿Sabes por qué decidí yo hacerme psiquiatra? Pues porque había una<br />

chica en St. Hilda, en Oxford, que iba a esas mismas clases. Tal vez esté diciendo<br />

banalidades, pero no quiero que se me ahoguen las ideas que tengo ahora en un montón de<br />

vasos de cerveza.<br />

-<strong>Es</strong>tá bien -respondió Franz-. Tú eres americano y puedes hacer eso sin perjuicio para tu<br />

carrera. A mí no me gustan todas esas generalidades. Pronto te voy a ver escribiendo<br />

fascículos con títulos como «Pensamientos profundos para el hombre de la calle», de tal<br />

simplificación que se puede garantizar absolutamente que no hacen pensar a nadie. Si mi<br />

padre viviera, Dick, te miraría y soltaría un gruñido. Luego cogería su servilleta y la<br />

doblaría así y la metería en el servilletero, este mismo que ves.<br />

Franz levantó el servilletero para enseñárselo: tenía una cabeza de jabalí esculpida en la<br />

madera oscura.<br />

-Y te diría: «Bueno, mi impresión es...» y luego volvería a mirarte y de pronto pensaría:<br />

«¡Para qué me voy a molestar!» y se callaría lo que iba a decirte, volvería a gruñir y la cena<br />

habría terminado.<br />

-Hoy estoy solo -dijo Dick, irritado-, pero quizá mañana no lo esté. Entonces doblaré la<br />

servilleta como tu padre y gruñiré.<br />

Franz aguardó un momento.<br />

-¿Y qué hay de nuestra paciente? -preguntó.<br />

-No sé.<br />

-Bueno, creo que deberías saber algo de ella a estas alturas.<br />

-Me agrada. <strong>Es</strong> atractiva. ¿Qué quieres, que la lleve a coger edelweiss?<br />

-No. Pensé que, puesto que te interesan los libros científicos, podías tener alguna idea.<br />

-¿Que dedique mi vida a ella?

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