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Los labios de ella se abrieron de pronto en una sonrisa tan espantosa que a Dick se le hizo<br />
un nudo en la garganta, pero hizo como que no la había visto y repitió.<br />
-Sí, sí, ya voy -contestó, como arrancando las palabras de alguna historia que se estuviera<br />
desarrollando en su interior a tal velocidad que él no podía captarla-. No te preocupes, que<br />
ya voy.<br />
-Pues ven, entonces.<br />
Le dio la espalda a Dick cuando él se puso a caminar a su lado, pero seguía con la misma<br />
sonrisa, burlona y remota. <strong>La</strong>nier le tuvo que repetir algo que le estaba diciendo varias<br />
veces y sólo entonces consiguió concentrar su atención en un objeto, un espectáculo de<br />
marionetas, que le sirvió como punto de orientación.<br />
Dick no sabía muy bien qué hacer. <strong>La</strong> dualidad de puntos de vista en su relación con ella -el<br />
del marido y el del psiquiatra- entorpecía cada vez más sus facultades. Durante esos seis<br />
años Nicole le había hecho cruzar la línea divisoria en varias ocasiones, y le había<br />
desarmado al lograr inspirarle compasión o bien mediante algún rasgo de ingenio fantástico<br />
y sin relación con nada, de forma que sólo cuando ya había concluido el episodio y él<br />
mismo se había relajado, había tenido claridad mental suficiente para percatarse de que<br />
Nicole se había salido con la suya arrastrándole a un compartimiento no conforme a lo que<br />
él juzgaba razonable.<br />
Tras una discusión con Topsy sobre si el Polichinela de aquel teatro de marionetas era el<br />
mismo Polichinela que habían visto el año anterior en Cannes, la familia reanudó su paseo a<br />
cielo abierto entre las casetas. <strong>La</strong>s anchas tocas de las mujeres, sus corpiños de terciopelo y<br />
sus faldas amplias y alegres de muchos cantones parecían de lo más recatado frente al<br />
colorido de los carromatos y las casetas pintados de azul y naranja. Se oía el tintineo<br />
lastimero de algún espectáculo seudooriental.<br />
De repente Nicole echó a correr, tan de repente que por un instante Dick no se dio cuenta.<br />
Vio a lo lejos su vestido amarillo mezclándose con el gentío, un punto de color ocre en la<br />
frontera entre lo real y lo irreal, y se lanzó tras ella. Ella corría en secreto y en secreto él la<br />
seguía. Cuando el calor de la tarde se volvía más sofocante e insoportable se dio cuenta de<br />
que con la huida de Nicole se había olvidado de los niños; giró sobre sus talones y volvió<br />
corriendo a por ellos, los agarró a cada uno por un brazo y recorrió ansiosamente con ellos<br />
las casetas.<br />
-Madame! -le gritó a una joven que estaba tras una rueda de lotería blanca-. <strong>Es</strong>t-ce que ¡e<br />
peux laisser ces pétits avec vous deux minutes? C'est tris urgent. Je vous donnerai dix<br />
francs.<br />
-Mais oui.